Las bajas temperaturas que asolan durante los meses de invierno el continente europeo obligan a numerosas especies de anátidas a emigrar al sur en busca de tierras más cálidas. Durante su estancia en la Península Ibérica, estas aves
acuáticas encuentran ‘alojamiento’ en los humedales, espacios naturales escasamente conocidos a pesar de su alto valor.
Coincidiendo con la invernada de las anátidas, cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, una jornada durante la que organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales realizan diversas actividades encaminadas a sensibilizar a la población de los valores de estos espacios.
Entre ellas, SEO/Birdlife desarrolla este año una campaña, titulada “Alas sobre agua”, con la que quiere revalorizar la importancia para la biodiversidad de los humedales, subrayando además los servicios que prestan a la sociedad (caza, pesca, escenarios para actividades culturales y de ocio…).
La provincia de Segovia cuenta con una extensa red de humedales, de los cuales 35 están incluidos en el Catálogo de Zonas Húmedas de Castilla y León, aunque previsiblemente la cifra se verá incrementada con la inclusión de otros, como El Espadañal, de Cuéllar, cuyo Ayuntamiento iniciará en breve la tramitación para lograr tal declaración.
En Segovia, estos humadales suponen una “novedad paisajística”, propiciando la aparición de comunidades vegetales exclusivas con unos valores ecológicos singulares. Por otra parte, estas lagunas permiten el asentamiento de una rica fauna acuática. Aunque la estacionalidad de sus aguas dificulta la existencia de peces, sí acoge una importante comunidad de invertebrados, que se adaptan a vivir en las diferentes condiciones de estas aguas.
La mayoría de los humedales segovianos, cuyo epicentro se encuentra en Cantalejo, toma el agua del acuífero subterráneo de Los Arenales. En opinión de los expertos, la principal amenaza que pende sobre estos humedales segovianos es la sobreexplotación de los acuíferos, un problema que en otros lugares ha provocado desastres como el reciente de las Tablas de Daimiel.
Durante miles de años, bajo las Tablas de Daimiel se acumuló materia orgánica, principalmente de origen vegetal, originándose así la turba, una suerte de carbón vegetal. Al secarse el suelo, la turba se calienta, llegando a entrar en autocombustión, esto es, ardiendo bajo el suelo.
A pesar de que en la comarca de Cantalejo también hay turba —su extracción se ha llevado a cabo hasta épocas recientes—, técnicos consultados por esta Redacción estiman que “apenas hay riesgo” de que se repita una situación como la de las Tablas de Daimiel, sobre todo por el escaso número de tierras de regadío en la zona y el aporte de agua que se realiza a las lagunas desde la depuradora de la ciudad.
En cualquier caso, la sobreexplotación de los acuíferos no es el único problema de los humedales. La contaminación de las aguas, el pastoreo de ganado o la conversión de los humedales en escombreras son otros de los problemas que padecen.
A nivel nacional, SEO/Birdlife ha remarcado la “necesidad” de proteger este valioso patrimonio natural, exigiendo compromisos para su conservación y alertando de que “reparar el daño hecho costará miles de millones de euros en las próximas décadas”.
En Cantalejo.- La Fundación Patrimonio Natural (Junta) y la Fundación Biodiversidad (Ministerio de Medio Ambiente) han realizado 23 actuaciones en el complejo lagunar de Cantalejo para compaginar su disfrute por parte de los visitantes y su conservación. En concreto, las obras han afectado a las lagunas de Sotillo Bajero, Navacornales, Navalayegua, Navalagrulla, La Cerrada, Navahornos y La Muña.
Así, se han construido tres zonas de aparcamiento desde las que parten senderos que facilitan el tránsito de los visitantes. Por ellos se accede a tres observatorios (Sotillos, Navalayegua y Navahornos), dispuestos a una distancia prudencial de la lámina de agua, de modo que pueden ser utilizados para observar la avifauna sin generar molestias. Las rutas construidas suponen 3,2 kilómetros.