Ándrés Torquemada, concejal de Servicios Sociales, impecable siempre en las formas, tiró pronto la toalla. Sentado a la izquierda de Pedro Arahuetes, el concejal socialista notó muy de cerca la profunda emoción del ya exalcalde en su despedida y no pudo reprimir las lágrimas. Eran las mismas, abundantes, que cubrían el rostro de Clara Luquero, quien con toda probabilidad asumirá la Alcaldía el próximo 5 de abril.
También muy emocionado, con la cara desencajada y más de una lágrima, escuchó atento el discurso el concejal de Deportes, Javier Arranz. Más allá de contenidos, el último discurso del alcalde tocó la sensibilidad de sus partidarios. Basta un ejemplo más para describir cómo vivieron los ediles socialistas la marcha de su ‘jefe’. «Acabado el pleno. Con el alma encogida y el espíritu combativo. Gracias Pedro». Es la frase que escribió, en su perfil de Facebook la concejala Claudia de Santos, que ocupará la Alcaldía hasta el próximo sábado, y con quien Arahuetes se abrazó nada más acabar la sesión. Tras el discurso, el segoviano que más tiempo ha estado al frente del Ayuntamiento se fundió en intentos abrazos con el resto de concejales, también con Luquero, aún llorosa. Fue la foto que perseguían los informadores gráficos.
Y es que hasta en media docena de ocasiones tuvo Arahuetes que interrumpir su discurso castigado por la emoción. La primera cuando recordó a los concejales que integraron su primer equipo de Gobierno. Vanos fueron los intentos por mantener la serenidad. El recuerdo paró en seco la intervención, que pudo reanudar tras varios segundos tragando saliva.
Cuando avanzó al capítulo de agradecimientos, Arahuetes tuvo otra vez que parar la marcha, sacarse el pañuelo y secarse las lágrimas. Lo haría en otra oportunidad, cuando mencionó a su familia, a su mujer y a sus tres hijos. Fue entonces cuando desde la tribuna reservada al público y desde los escaños socialistas brotó un fuerte aplauso.
Pero, sin duda, el momento más emotivo fue cuando el exalcalde recordó a sus padres, Alfredo y Martina, ya fallecidos. «Mis padres han fallecido en estos últimos once años y a ellos también quiero agradecer su apoyo y comprensión. Alfredo y Martina, así se llamaban, —dijo Arahuetes— me inculcaron algo que se lo tengo que agradecer, la honradez, la honestidad, el sacrificio y la responsabilidad. Por desgracia sólo cuando se han ido y repasas sus vivencias te das cuenta de ello y de que sólo vivían para sus hijos y lo demás no importaba».
En las tribunas, entre prensa, amigos y familiares, alrededor de sesenta personas oían atentos las palabras de Arahuetes. Entre el público su mujer, Ángela, sus suegros, Rafael y Ángela, y uno de sus hijos. «Ellos han sido imprescindibles. Ellos se han llevado la peor arte del sacrificio que conlleva la política. Hasta que no se desempeña un cargo público, por mucho que uno se lo imagine, no sabe la dedicación y desgaste que realmente conlleva», dijo.
También estuvieron presentes el secretario provincial del PSOE, Juan Luis Gordo y exconcejales socialistas como Juan Cruz Aragoneses y José Llorente, muy emocionado, al igual que la secretaria de Alcaldía, Rosa del Barrio, que lloró cuando Arahuetes la describió como «una fiel y leal trabajadora» durante los once años que había desempeñado su labor. A Luis Peñalosa también se le notó afectado. Sin embargo, en la bancada del PP apenas afloraron sentimientos. De hecho, cuando Arahuetes finalizó su discurso ningún edil del PP aplaudió, quizá porque esperaban que su portavoz, Jesús Postigo, pudiera haber intervenido para despedir al alcalde, como luego se encargarían de aclarar en nota de prensa. Lo cierto es que dos concejales del PP, Eduardo Barrios y Jesús Rivilla, acabada la sesión, sí que se quisieron acercar a despedir a Arahuetes. Fueron al despacho del ya exalcalde.
Conocido es el gusto de Arahuetes por las citas literarias. Cada día escribe la frase de un autor en su perfil de Facebook. Ayer no iba a ser menos . Comenzó citando «El Buscón» de Quevedo -«Yo, señor, soy de Segovia» y continuó por la célebre frase de Jean de La Bruyène para comenzar el capítulo de agradecimientos – «Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud». Una cita atribuída a Aristóteles sirvió para cerrar el discurso: «la memoria se aloja en el corazón. Lo que no se siente se olvida». «Solo espero —continuó Arahuetes—que el trabajo realizado durante este tiempo permanezca en vuestra memoria porque yo os tendré a todos en mi corazón. Ha sido todo un honor y un privilegio ser vuestro alcalde».