Las fiestas de San Lorenzo 2009 comenzaron ayer oficialmente tras el pregón del pintor Luis Labrador, que destacó el esfuerzo de las peñas en las últimas décadas de la historia del barrio. El lanzamiento del chupinazo dio paso a una semana de festejos entre la algarabía y el jolgorio de los asistentes.
A partir de las 19,30 horas comenzaron a congregarse las peñas en la plaza, donde la nota predominante fue el espíritu festivo y los cantos de los allí presentes. Pasadas las ocho de la tarde tuvo lugar un sentido homenaje a los difuntos del barrio que los allí congregados respetaron en completo silencio. Un minuto después se disfrutó del momento que los vecinos de San Lorenzo llevaban un año esperando: la lectura del pregón, que este año corrió a cargo del pintor Luis Labrador, vecino del barrio.
El pregonero comenzó su discurso ofreciendo una emotiva mirada atrás de las fiestas, de “las de los bailes en los almacenes del Servicio Nacional del Trigo, de las procesiones con el Santísimo, porque San Lorenzo al no pertenecer al grupo de parroquias que celebran la catorcena, tenía el privilegio de sacar al Santísimo a la calle una vez al año, acción que se llevaba a cabo durante las fiestas de entones. Aquellas que empezaban con la reunión de los mozos, para elegir los alcaldes que deberían organizar las fiestas ese año”.
Labrador incidió en los duros inicios, en “cuánto trabajo en la preparación del recorrido, vallado, toriles, permisos, y sobre todo cuanta responsabilidad en algunas personas que, sabiendo que ese era el paso que había que dar para engrandecer aún mas las fiestas, aportaron su generoso trabajo para que las comisiones venideras lo fueran mejorando”.
El pintor expresó su admiración y felicitación a todos, especialmente a la comisión de peñas, por sacar adelante unos festejos como las de San Lorenzo sin tener una institución detrás. Especialmente mostró su orgullo porque estas fiestas ”compiten con las patronales de la ciudad, no en presupuesto pero que las supera ampliamente en participación y alegría y que causan la envidia de las distintas corporaciones que se suceden.”
El narrador apeló a la unión de las peñas que “es la base de los éxitos y de conseguir todo lo que os propongáis”, una virtud ésta que subrayó como la diferencia del resto de las fiestas de Segovia.
Por último quiso resaltar la fuerza que tiene San Lorenzo, que es la fuerza de sus gentes, momento en que no escatimó energía en decir que “siempre he sabido que la causa de que San Lorenzo sea tan querido y admirado por los que nos visitan, sean sus gentes, mis vecinos, de esa forma que tienen de ser y de vivir sus fiestas, y que orgullosos de su barrio hacen de San Lorenzo un sentimiento.”
Labrador finalizó su intervención con el ya tradicional grito que da paso al chupinazo: “Viva San Lorenzo”.