Segovia no solo tiene castillos y grandes monumentos. En Labajos, cerca de la linde con Ávila, el garbanzo es más que un cultivo: es memoria agrícola y sabor de invierno. Recientemente ha sido reconocido como marca colectiva, lo que garantiza su calidad oficialmente, una calidad que se lleva cultivando tradicionalmente más de 150 años, aunque existe un documento del año 1589 que ya menciona la calidad superior del garbanzo de Labajos. Es legumbre de paladar fino, cuya piel no se desholleja fácilmente, su tamaño es adecuado para toda variedad de recetas y gustos, además su tamaño medio hace que sea de cocción sencilla, no dejando que se pase ni que se quede duro. Su rusticidad procede de un secano alto y ventoso, con suelos pardos y noches frías que doman el crecimiento y concentran los azúcares del grano.
Uno puede acercarse a Labajos a por garbanzos y de paso disfrutar de la Senda de las Fuentes, un recorrido que ofrece la oportunidad de descubrir las fuentes naturales que, en épocas pasadas, constituyeron importantes puntos de encuentro y abastecimiento para los vecinos de la zona.
