La talla de la Virgen de la Fuencisla, del siglo XVI, regresará a Segovia a principios del mes de septiembre, a tiempo de la celebración, en la Catedral, del novenario en su honor, mostrando una imagen renovada, tras la primera restauración integral a la que se somete en su historia.
La imagen, que fue tallada en madera de pino y decorada con una rica policromía, recupera a pasos agigantados su antiguo esplendor gracias a un minucioso trabajo de restauración que se desarrolla en los talleres del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León, en Simancas (Valladolid).
Hasta la localidad vallisoletana se desplazó ayer una delegación de representantes segovianos para conocer in situ, a través del director general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, Enrique Sáiz, y de la directora del Centro, Milagros Burón, los trabajos de restauración de la imagen, que se encuentran ya en su última fase y en los que participan un equipo técnico multidisciplinar. Desde Segovia se desplazaron a Simancas el delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel Barbado y la presidenta de la Cofradía de la Fuencisla y camarera de la Virgen, Julia González Herrero, la también camarera de la patrona, Teresa Herranz, además de varios representantes de la Junta Rectora del Santuario, como Carmen Hernández y María Jesús Cerezo.
La imagen se trasladó a Simancas días después del multitudinario acto de desagravio, celebrado el 4 de marzo en la Catedral, tras el robo de las coronas ocurrido el 20 de enero, finalmente recuperadas por la Policía.
Después de tres meses fuera de Segovia, la visión de la imagen, colocada sobre una gran mesa del taller de restauración, provocó ayer emoción y hasta asombro en los visitantes. No en vano, la talla muestra una gran viveza de colorido, tras recuperar parte de su policromía original. También algunas grietas en la madera, como la que sesgaba en vertical la talla y que ya fue reparada hace 40 años, es ahora ya imperceptible. «Es francamente preciosa, una belleza», apuntaba, con gesto de admiración Julia González, presidenta de la Cofradía que reúne a casi 3.000 devotos de la patrona de Segovia. «Es impresionante, nuestro agradecimiento es enorme», añadía, por su parte, con la misma mirada de emoción, el delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel Barbado.
Al ser una imagen procesional, «mimada» por quienes la custodian, la talla presentaba un aceptable estado de conservación; si bien, al mismo tiempo, al haber sido muy manipulada, con la colocación, durante siglos, de los mantos que la embellecían, con alfileres y ganzúas, presentaba diversos daños.
«Se hacía sin mala intención, pero después de tantos años vistiendo y desvistiendo a la Virgen, con utensilios punzantes, como alfileres o pequeñas ganzúas, la imagen había sufrido una degradación en sus capas externas», apunta el director general de Patrimonio, Enrique Sáiz.
La restauradora segoviana Cristina Gómez, que ha dirigido el equipo que ha trabajado sobre la imagen, sostiene que uno de los deterioros más preocupante era una grieta en la madera que, no obstante, ya fue reparada «con acierto» hace más de 40 años en una antigua intervención, promovida por el Marqués de Lozoya, y Luis Felipe de Peñalosa.
Nada más llegar la talla a Simancas, el equipo de restauración también observó con preocupación el levantamiento de la policromía alrededor de esta grieta. Era el daño «más preocupante», en opinión de la restauradora segoviana, porque, de no frenarse, la pintura podría haber desaparecido con el paso de los años.
Los trabajos comenzaron con un análisis detallado de los materiales, técnicas y manera de ejecutar la talla, que fue sometida también a un profundo examen a través de radiografías y luces ultravioletas. Con toda esta información, los técnicos empezaron por asentar las policromías en aquellas zonas susceptibles de perderse. A continuación, la tarea se dirigió a limpiar todos los estratos superficiales que alteraban la policromía original.
En estos momentos se trabaja en la última fase, la de reintegrar policromías de acuerdo con la cromática original de la imagen. Según indica Gómez, las zonas de la cara y manos de la Virgen y el Niño que porta en sus brazos tienen, como mínimo, dos capas de policromía. Se trata de pigmentos aglutinados con aceite (óleos), mientras que el manto, de color azul, fue decorado con una policromía más delicada, en temple, con pigmentos aglutinados con colas.
Cuando concluya esta última intervención, los restauradores incorporarán sobre la imagen unos elementos almohadillados donde las camareras de la Virgen podrán sujetar todos los elementos decorativos, como mantos, vestimentas y joyas, para que la imagen pueda ser vestida o sacada en procesión sin sufrir daños.
En este sentido, Julia González Herrero, explica que tanto la cabeza de la Virgen como la del Niño tenían un hierro que salía hacia fuera y donde se colocaban sus respectivas coronas. «Las restauradoras han cambiado el sistema de manera que el hierro [de las coronas] ahora se introduce en la talla, de manera que a partir de ahora la imagen no tendrá elementos raros y cuando no esté coronada se podrá ver tal y como fue concebida» en el siglo XVI, añade la presidenta de la Cofradía de la Fuencisla.
Los restauradores confirmaron que se instalará un nuevo sistema de anclaje para eliminar los antiestéticos tornillos que lucía la imagen hasta ahora.
También se tratará de incorporar un nuevo método para sujetar la aureola sin que cause daños a la talla. Por último, se está pensando también en construir una caja para el traslado de la imagen que permita desplazarla con total seguridad, y que se creará a partir de un molde de la propia figura.