Dar el máximo solo cuando se necesita es patrimonio exclusivo de los verdaderamente grandes, aunque eso a veces implique bailar sobre un alambre.
Es la paradoja de ser muy bueno, algo que, en el caso de la selección española, se vio muy claramente en la noche del pasado domingo en Recife, donde redujo a Uruguay a 11 marionetas en el primer tiempo y levantó el pie en el segundo para ganar por un estrecho 2-1 sufriendo al final.
«El partido podría haber tenido un resultado catastrófico para nosotros», admitió el seleccionador ‘charrúa’, Óscar Tabárez, que dejó otra frase de sentido común: «Si España golea a Italia, ¿por qué no le va a ganar a Uruguay? Es un equipo que impone condiciones y está jugando un torneo que es una especie de cuenta pendiente».
Tabárez acierta palabra por palabra. Cuando la ‘roja’ juega un fútbol perfecto no hay nadie ni nada que la frene, y eso fue lo que sucedió bajo la agobiante humedad del nordeste brasileño. El equipo tiene una cuenta pendiente con la Copa Confederaciones, porque cuatro años atrás cayó inesperadamente 2-0 en semifinales ante Estados Unidos en una helada noche sudafricana. Aquella vez se perdió la posibilidad de jugar la final con Brasil, y el plan esta vez es no dejar pasar esa oportunidad.
Para llegar a esa meta todos los detalles importan, y no es menor el de la respuesta física tras una extensa y desgastante temporada para los hombres de Vicente del Bosque. Si se puede ganar en 45 minutos, ¿por qué jugar a plena máquina los 90? Del Bosque cree que por ahí está la explicación.
«Con el 2-0, el futbolista echa un poco el freno, quiero pensar un poco más en eso que en la respuesta física, que habría estado si la necesitábamos».
Cultor invariable de la modestia y especialmente reacio a dar titulares, de tanto en tanto, el seleccionador nacional abandona ese perfil. Así, mientras Andrés Iniesta era elegido con justicia «jugador del partido», Del Bosque apuntó a Cesc y Roberto Soldado, dos hombres esenciales para ganar en el estreno, tal como lo «vio» antes de que se jugara.
Fábregas, un ‘10’ dinámico, preciso y con ‘punch’, le dio esa «profundidad» que no siempre muestra el equipo, en tanto que Soldado, el «9» con el que eligió jugar, no solo funcionó como ariete, sino que colaboró mucho en la presión, virtud que cuando aflora da paso a la mejor España. El otro hombre sobre el que se extendió Del Bosque fue el catalán Sergio Busquets, un futbolista por el que desde siempre siente especial debilidad.
Pero precisamente ahora que el bloque vuelve a ofrecer su fútbol más virtuoso, el encuentro en Maracaná puede marcar cierta pausa, porque el rival del jueves es Tahití, y hasta el siempre prudente Iniesta admite la «superioridad» de España sobre el vigente campeón de Oceanía.
Un análisis que se queda corto, porque a ambos países les separa la misma distancia que hay entre Europa y el Pacífico sur: una enormidad. Solo hay un jugador profesional en la selección tahitiana, que incluye a varios futbolistas que trabajan como mensajeros, camioneros y profesores de educación física. Otros nueve están desempleados.
Así, el choque se acerca más al turismo que a un compromiso de exigencia real. Será un banco de pruebas para el entrenador, mientras que su homólogo tahitiano, Eddy Etaeta, ruega que España no les aseste «un 20-0».
La campeona mundial, que no suele cebarse con los débiles, se centra en otra cosa, piensa en acabar líder venciendo a Nigeria dentro de seis días en Fortaleza para llegar a unas semifinales en las que el rival -¿Italia, Brasil?- la devolverá al fútbol en serio, ése en el que no quiere ni debe guardarse nada.
Viaje a Río
Después de la victoria ante Uruguay, el combinado nacional hizo de nuevo las maletas para dejar Recife y poner rumbo a Río de Janeiro, donde pisará el mítico césped del estadio Maracaná. España le tocaba viaje este lunes. Allí se enfrentará este jueves ante la asustada Tahití.
A su llegada al hotel de concentración, los jugadores comieron y disfrutaron de la siesta. Ya por la tarde, el seleccionador dirigió un pequeño entrenamiento a partir de las siete de la tarde (00,00 hora española) en una sesión de mayor intensidad para los que no jugaron el estreno frente a Uruguay y de recuperación para los que fueron protagonistas del triunfo. Mañana, Del Bosque intensificará el trabajo y ensayará de modo más concreto pensando en el próximo compromiso de sus hombres.
