En mitad de un clima de euforia contenida ante una más que posible victoria electoral y «conscientes del reto histórico al que se enfrentan», en palabras de Mariano Rajoy, se reunió ayer la Junta Directiva Nacional del Partido Popular para analizar distintos asuntos de la actualidad del país. El propio presidente de la formación no pudo evitar el lapsus de decir, al hablar de las cualidades populares, «éste es un Gobierno» en vez de «éste es un partido».
Antes de esa frase, el líder conservador advirtió de que «no hay recetas milagrosas ni atajos» contra la crisis económica y de que el camino para superarla no será «fácil», pero proclamó que si alguien puede remontar la situación «con tino y justicia» es solo su partido.
El político insistió en que «las cosas en España no están bien», algo que «saben los dirigentes socialistas aunque no lo digan».
En su repaso a los datos macroeconómicos comentó que persisten «las dudas» de que el país pueda pagar los intereses y que no se apagan las luces de alarma por el alto precio que tienen que afrontar las empresas españolas para su financiación.
Para el líder de los populares, el ejemplo de cómo gestionar la crisis lo dan las 12 comunidades autónomas que gobierna su formación desde mayo, pues, según destacó, «lo están haciendo muy bien» y demuestran que su partido «sabe gobernar» en situaciones adversas y «está haciendo lo que quieren una inmensa mayoría de ciudadanos».
El presidente del PP subrayó que sus barones tienen «un compromiso absoluto» con el control del gasto sin tomar decisiones que afecten a los «sectores más débiles de la sociedad».
En esta línea, Rajoy recalcó que su formación votó a favor de la reforma constitucional para situar un techo de déficit porque «se cree» su contenido y alcance, a diferencia de otros, como el PSOE, cuyos diputados no se sabe por qué se han decantado por el «sí».
Este cambio de la Carta Magna significa, según sus palabras, que España lanza «un magnífico mensaje» a los mercados, que garantiza su estado de bienestar y que se dispone a remontar bien la crisis. «Es lo mejor que se ha hecho en estos años», enfatizó.
El presidente popular tomó la palabra tras la secretaria general del PP, María Dolores De Cospedal que, además, de insistir en la «extrema gravedad» de la situación economía, basó su intervención en las listas de su formación para las próximas elecciones generales.
Así, la dirigente afirmó que, si bien las jefaturas regionales disfrutarán de autonomía para confeccionar las listas electorales, la «última palabra» la tendrá la dirección nacional. Cospedal advirtió a los cargos regionales, además, de que el debate de las listas no se debe hacer en los medios de comunicación, sino en los órganos internos del partido.
El mensaje de la número dos del partido se produce cuando la mayoría de las direcciones autonómicas han comenzado a perfilar sus listas por circunscripciones para los comicios de noviembre, pero el Comité Electoral Nacional que preside Miguel Arias Cañete aún no se ha reunido para abordar la cuestión, ni siquiera para fijar un calendario.
Fuentes de este organismo explicaron que los plazos que siga dicho Comité serán los que establezca la legislación, es decir, que el proceso lo iniciará el PP cuando se publique el decreto de convocatoria de los comicios y lo acabará expirado el período para presentar las listas, el 17 de octubre.
Con todo, algunos presidentes del partido en las comunidades, como Alicia Sánchez-Camacho en Cataluña, quieren tener designados a sus cabezas de lista la semana próxima. De hecho, la propia Sánchez-Camacho anunció que ayer se reunió con Rajoy para comunicarle quién quiere que encabece la candidatura de Barcelona.
