El impresionante ascenso de la ultraderecha de los Verdaderos Finlandeses, que resultó ser la tercera fuerza nacional más apoyada por los ciudadanos en las elecciones legislativas celebradas el pasado domingo, complica la formación del nuevo Gobierno en Helsinki, que liderará previsiblemente el conservador Jyrki Katainen, ganador en los comicios.
A pesar de perder seis escaños, el joven Katainen, hasta ahora ministro de Finanzas, logró una victoria histórica que convierte al partido conservador Kokoomus en la principal formación parlamentaria por primera vez desde la independencia de la nación nórdica en 1917.
El triunfo de su grupo permitirá a su líder llevar las riendas a la hora de formar una nueva coalición mediante unas negociaciones que, según todos los analistas, serán las más complicadas en muchas décadas por la irrupción de la ultraderecha entre los grandes partidos.
La debacle electoral de los centristas de la primera ministra, Mari Kiviniemi, que pierden 16 de sus 51 escaños y caen a la cuarta posición, anula prácticamente todas las posibilidades de reeditar la anterior alianza con los conservadores.
En sus escasos 10 meses al frente del Gobierno, Kiviniemi no fue capaz de recuperar la credibilidad de su formación tras dos legislaturas plagadas de pequeños escándalos.
La herencia de su antecesor, Matti Vanhanen, fue un lastre demasiado pesado para la candidata, quien no pudo hacer olvidar al electorado los casos de financiación irregular y las portadas de los tabloides dando buena cuenta de los escarceos amorosos del político finlandés.
Tampoco ayudó el descontento de sus bases por el brusco giro de las políticas centristas en la última década, cuyos dirigentes pasaron de rechazar el euro, al igual que sus vecinos nórdicos (Suecia, Noruega y Dinamarca), a apoyar el rescate financiero de los países endeudados de la eurozona.
«El resultado de las elecciones es claro: perdimos. Ahora nuestro lugar está en la oposición. El pueblo ha hablado y se acabaron las especulaciones», afirmó rotunda la primera ministra saliente.
Una vez descartado el Partido de Centro, la opción más probable es una coalición de los conservadores con los socialdemócratas, convertidos en la segunda fuerza nacional con 42 diputados, pese a perder tres escaños.
Sin embargo, esta alianza contaría solo con 86 de los 200 diputados del Eduskunta (Parlamento), por lo que sería necesario recurrir a otras formaciones para lograr una mayoría cómoda.
Katainen se mostró abierto a todas las posibilidades, y afirmó que «se puede colaborar con todos los partidos, siempre que el resultado electoral y el programa de Gobierno lo permitan».
La idiosincrasia política finlandesa permite que se formen asociaciones de lo más pintorescas, por lo que a nadie le sorprendería un Ejecutivo formado por conservadores, socialdemócratas y ultraderechistas, un cóctel impensable en otras latitudes.
Según los analistas, la entrada de los Verdaderos Finlandeses en el Gabinete dependerá de su capacidad de buscar ese consenso y optar por el pragmatismo, una cualidad que no caracteriza precisamente a este grupo radical.
Soini, el candidato más votado del país con más de 43.000 votos, deberá elegir entre hacer concesiones ideológicas para llegar al Gobierno o mantener sus posturas intransigentes en muchas cuestiones, especialmente en temas europeos, lo que pondría fin a su sueño de ser ministro.
De momento, parece optar por la segunda opción, ya que ayer mismo insistió en que la Unión Europea debe renegociar el rescate financiero de Portugal, al que se comprometieron los conservadores ante sus socios comunitarios.
«Ya se ha visto que el paquete de ayudas a Grecia e Irlanda no ha funcionado. Ahora las cosas van a empezar a hacerse de otra forma en Europa», señaló.
«Lo más importante es que Finlandia no necesite pagar por los errores de los demás», agregó.
Soini, conocido por sus visiones ultranacionalistas y euroescépticas, tuvo también duras palabras contra la UE, al afirmar que la Unión «ha fracasado, tenemos que gestionarla mejor».
El avance ultraderechista tuvo, además, un efecto inmediato en los mercados, al contribuir a la caída de la cotización del euro en las bolsas asiáticas y europeas.
