Venezuela vive sumida en la ley seca y en la reflexión de cara a las elecciones de mañana, en las que se decidirá quién será el sucesor de Hugo Chávez en el Gobierno. Y ha sido, precisamente, el difunto comandante quien ha protagonizado la campaña. Y también de ayer, sin mítines ni actos políticos.
La imagen del fallecido mandatario sigue presente en cada rincón del país caribeño como talismán de sus partidarios, y sus herederos esperan que los conduzca hacia una última victoria en las urnas un mes después de su muerte.
Avivado por el oficialismo, su recuerdo se expande y se repiten los mensajes grabados en los que llama a votar por el presidente interino, Nicolás Maduro, a quien ungió como su favorito para la sucesión.
Sus ojos en carteles e imágenes en televisión siguen mirando a los venezolanos y el aviso es simple: el pueblo seguirá mandando si su «hijo mayor», Maduro, gana los comicios frente al opositor Henrique Capriles Radonski.
Los analistas afirman que es comprensible que el que fuera su delfín se aferre a Chávez como amuleto electoral, debido a la diferencia de liderazgo dentro de la llamada revolución bolivariana entre ambos.
En sus últimas dos citas presidenciales, el ahora fallecido se trazó la meta de ganar con 10 millones de votos, de un padrón electoral de 18 millones, la cual nunca llegó a concretar. Maduro resucitó la cifra en la campaña, asegurando que él sí lo logrará.
Como anunciando su triunfo después de muerto, el candidato socialista proclamó que el «comandante ganará las elecciones» de hoy, descontando que los venezolanos lo elegirán a él para el mandato 2013-2019.
El propio presidente interno afirmó que nunca pensó en ocupar su posición y que siempre se vio «acompañando al comandante» detrás del escenario.
En su última salida a escena, durante el cierre de la campaña, Maduro y Capriles recibieron la noche del pasado jueves expresiones de apoyo en multitudinarias concentraciones, en las que ambos se postularon como ganadores y en las que, mientras el primero abogaba por la continuidad («aspiro a estar a la altura de la responsabilidad que Chávez me dio», aseveró), el segundo promulgó la necesidad del «cambio» en el país.
