Tal y como se esperaba, Ucrania siguió firme en sus convicciones y rechazó ayer firmar el acuerdo de asociación y libre comercio con la Unión Europea y someterse así a las presiones ejercidas desde Rusia para que dicho pacto no se llevase a cabo.
En un nuevo intento por acercar posturas, los líderes comunitarios, reunidos en Vilna, intentaron convencer al presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, quien se mantuvo firme en su decisión y, además, exigió mayores compensaciones económicas para, según aseguró, «compensar los perjuicios para su país», que cifró en 160.000 euros, si bien mostró su disposición a alcanzar un consenso con la UE en «un futuro cercano», pero «con condiciones».
Tras el fracaso de las negociaciones, los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho criticaron con firmeza a Rusia por presionar a Ucrania y aseguraron que los tiempos de «soberanía limitada» han terminado y el acercamiento con la UE «no es un juego de suma cero», al tiempo que lamentaron el papel de Yanukovich por ceder a las imposiciones de Moscú en lugar de pensar en el interés de sus ciudadanos.
Eso sí, a pesar de estos reproches, no descartaron firmar en el futuro el acuerdo, siempre y cuando Kiev cumpla las condiciones impuestas para ello, como la resolución del caso de la exprimera ministra Yulia Timoshenko, que se encuentra en prisión y se trata de la más espinosa de todas las medidas.
«No hemos podido firmar el pacto de asociación y tratado de libre comercio profundo y completo, pero la puerta sigue abierta. Estamos listos para firmar como Unión Europea siempre que las condiciones que fijamos hace unos meses se cumplan. Y hemos hecho muchos progresos para cumplir esas premisas», reconoció el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy.
«Tenemos que dejar de lado los cálculos de políticos a corto plazo y no sucumbir a la presión externa, y menos de Rusia», defendió el belga, en una velada crítica a Yanukovich por dejarse amenazar por Moscú, que calificó de «gran amenaza» para su economía un posible acuerdo comercial entre los Veintiocho y Kiev.
De hecho, en este sentido insistió en que el consenso también beneficiaría al Kremlin y avanzó que discutirán este asunto en la cumbre que la UE mantendrá con Vladimir Putin a finales de enero.
Por su parte, y ante la sugerencia del presidente ucraniano de crear un acuerdo trilateral en el que participen Bruselas, la exrepública soviética y Rusia, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, insistió en que «no es aceptable».
Mientras tanto, la presidenta lituana y anfitriona de la cita, Dalia Grybauskaite, fue rotunda al asegurar que «no ha habido negociaciones porque el líder ucraniano vino con una decisión muy clara de no hacerlo».
«Si tienes voluntad política de resistir y no ceder, las presiones no funcionan», criticó en clara alusión a las medidas tomadas desde Moscú para que el acuerdo no llegara a buen puerto.
Mientras, Van Rompuy recordó que cualquier acción de Rusia «dirigida a influir» la decisión «soberana» de un país supone una «violación» de los principios de Helsinki, que garantiza el derecho de cada nación a definir y conducir «libremente» sus relaciones.
Por otro lado, miles de personas salieron a las calles de Kiev para manifestarse a favor y en contra de un acercamiento de la exrepública soviética a la UE.
Los euroescépticos seguidores del Gobierno, unos 10.000, se concentraron en la céntrica plaza Europa para un concierto, donde los oradores exigieron la defensa de los puestos de trabajo en Ucrania que con un acercamiento al bloque comunitario desaparecerían.
Los seguidores de la oposición, sin embargo, volvieron a desfilar por las calles de la capital para acabar haciendo noche en la plaza de la Independencia, a pesar de las gélidas temperaturas.
Además, la líder opositora, Yulia Timoshenko, pidió en una carta a los estudiantes del país que exijan junto con los contrarios al Ejecutivo la dimisión inmediata de Viktor Yanukovich por su postura adoptada al respecto.
