Poco más de 24 horas antes de que Alfredo Pérez Rubalcaba volase hoy a Asturias para recabar apoyos para su candidatura para ser secretario general del PSOE, y que Carme Chacón haga lo mismo en Valencia, ayer el exvicepresidente sufrió un duro golpe por parte de una mujer que, en el sentido literal de la palabra, le ha traicionado: Cristina Narbona.
Cuando este extraño verano el político cántabro presentó sus poderes a la ciudadanía, lo hizo acompañado de una exministra de Medio Ambiente, pareja del excandidato Borrell y que figuraba como una de las madres de un programa que, como se pudo comprobar el 20-N, no convenció.
Desde hace semanas, y rozando lo surrealista, Narbona se unió a las huestes de Chacón, siendo una de las impulsoras de la plataforma Muchopsoeporhacer. Ayer le tocaba la vez, y no le importó lo más mínimo cornear al que fuera su jefe hasta hace mes y medio. Así, planteó una «regeneración del partido» con más democracia interna e implicación en el seno de la UE. También lanzó una demoledora crítica al anterior Ejecutivo socialista, el cual «toleró» el sobreendeudamiento derivado de la burbuja inmobiliaria.
Dentro de la formación, echó en falta una mayor democracia interna y una flexibilización de las estructuras. Así, lanzó una lista de propuestas entre las que se encuentran las primarias abiertas, una opción que también comparten Chacón y Rubalcaba, a quien soltó esta perla: «Las elecciones no se ganan ni se pierden en las campañas, sino que dependen de la credibilidad y la coherencia de quienes representan al partido político».
La respuesta no se hizo esperar. Así, el, de momento, único aspirante, que dejó claro que, pase lo que pase, seguirá como diputado, le respondió que, como ministro del Interior, sí combatió la corrupción, a pesar de las «muchas broncas» que tuvo tanto «dentro como fuera» del PSOE.
