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La satisfacción del deber cumplido

por Redacción
7 de enero de 2013
en Segovia
Román Ayuso

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Román Ayuso es una institución en Sepúlveda, su pueblo natal. Nunca ha perdido su vinculación con su tierra, de la que tuvo que emigrar siendo muy joven.

Había nacido en la casa más antigua de Sepúlveda, la actual Posada de San Millán. Y su vida es una auténtica leyenda. Con tres meses de edad su familia emigró para buscarse la vida ante las dificultades que se atravesaban en la posguerra. En Madrid comenzaron a regentar una taberna y una tienda. Entonces Román tuvo que enfrentarse a la dureza de la vida al quedar huérfano de padre con seis años, a causa de un fatal accidente de bicicleta. En ese tiempo habían nacido sus dos hermanos menores, Celestino y José Luis. Y en esa complicada tesitura los cuatro regresaron a Sepúlveda, donde la madre comenzó a trabajar para sacar adelante a los pequeños. A Román le tocó bregar con ovejas con tan solo ocho años. A los diez se volvió a Madrid con cien pesetas en el bolsillo «pero con mucha ilusión», recuerda, para emplearse en una vaquería de unos conocidos que procedían de Sebúlcor.

De ahí saltó a un empleo de más prestigio, como botones en el restaurante Círculo de Bellas Artes, en la calle Alcalá, en invierno. En verano trabajó en un hotel en Regil, (Guipúzcoa). En esa época aprendió incluso el vascuence. Y, tras un par de temporadas, se trasladó a Madrid a la castiza taberna de Antonio Sánchez Mejías, lugar frecuentado por Ignacio Zuloaga. Allí adquirió su afición taurina. Pero problemas de salud le hicieron regresar a su Sepúlveda natal, donde la buena alimentación le devolvió el brío y la fortaleza para emprender proyectos. Él tenía ya 16 años y con sus dos hermanos se marcharon a Madrid para emplearse todos en una fábrica de quesos hasta que fue llamado a filas.

Ya licenciado se hizo cargo de un pequeño taller del barrio de San Blas y empezó a trabajar el hierro. Así los hermanos se iniciaron como empresarios a la vez que el aluminio empezaba a extenderse en España. Tuvieron que adquirir un pequeño almacén en Ajabir. Poco después era el momento de emplear a 14 personas y elegir entre el taller o el almacén. Optaron por lo segundo y a seguir invirtiendo Era el año 1973, cuando en España comenzaba cierta recuperación económica. Así hasta 1986 en que hicieron su primera gran inversión, con una prensa de extrusión. Llegaba el boom del aluminio que les obligó a trasladarse a un lugar con mayor capacidad, y a que cada hermano se especializara. Román había demostrado sus dotes como comercial y como líder del grupo familiar.

El grupo Ayuso estuvo a punto de sucumbir a una quiebra cuando adquirieron unas naves abandonadas en una subasta pública. Los antiguos propietarios pleitearon varias veces hasta llegar al Tribunal Constitucional. Este incidente obligó a los hermanos a pagar una cantidad muy superior a la liquidada en el Juzgado. Pero el negocio estaba en marcha y había que decidir: afrontar el pago o abandonar. El arrojo les hizo negociar con los viejos dueños y evitaron desmontar la maquinaría. En unos años pudieron sanear las cuentas porque entonces «había trabajo, y logramos hacer frente a los créditos bancarios».

Los almacenes madrileños se fueron multiplicando, con delegaciones en Málaga, Sevilla, granada, Jaén, Murcia, Albacete, Gijón, burgos, Segovia, Zamora, Villalba, Móstoles, Vicálvaro y San Sebastián de los Reyes. En 2007 llegaron a producir 30.000 toneladas de aluminio y a tener 650 empleados.

La crisis ha ido reduciendo su actividad a la vez que sus hijos se han ido haciendo cargo del negocio. También habían diversificado su actividad con promociones inmobiliarias en Palma de Mallorca, así como en producción vidriera. Cuando la actividad comenzó a decaer, uno de los hermanos decidió retirarse. Los otros dos siguieron con el aluminio. Y han rechazado vender su empresa a pesar de la crisis y de un problema cardiaco que sufrió Román.

Por ese amor a su tierra que profesa con su esposa, María de Frutos, Román y su familia regresan siempre que puede a su villa natal. En ella ha organizado campeonatos de mus, competiciones deportivas, actividades benéficas, ha presidido peñas y lleva 16 años de concejal “de asuntos exteriores”, dice con su habitual buen humor.

La hostelería también ha sido su debilidad y abrió un restaurante y un hotel en Sepúlveda “más que como negocio, como forma de invertir en mi tierra y consolidar su oferta turística”, asegura con sinceridad y con la satisfacción del deber cumplido.

A fondo.

Un paraje de Segovia: Sepúlveda

Algún lugar de Madrid: La Plaza Mayor y el Retiro

Platos preferidos: Marisco y cordero asado

Una bebida: Vino Ribera del Duero’

Una afición o deporte: Caminar por el campo

Un club deportivo: Atlético de Madrid

Una película: Las Chicas de la Cruz Roja,

Una canción: Cualquiera del Nuevo Mester

Un libro: Cualquiera de economía

Un lugar donde viajar: Colombia

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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