El violento desalojo de los campamentos de protesta para exigir la restitución del depuesto presidente islamista Mohamed Mursi y los disturbios posteriores dejaron ayer, al menos, 278 muertos en Egipto, en una acción que provocó la condena internacional y la renuncia del número dos del Ejecutivo, Mohamed El Baradei.
El presidente de transición del país, Adli Mansur, decretó el estado de emergencia en todo el territorio, medida que durará, en principio, un mes. La decisión permite que se realicen redadas y detenciones sin una orden judicial previa. Además, tras las violentas batallas callejeras desatadas entre islamistas y la Policía, el Gobierno estableció el toque de queda en 12 provincias, mediante el cual nadie podrá salir a la calle. El portal de noticias Al Ahram informó de que esta situación se prolongará también durante unos 30 días.
Y es que la violencia se desató con el desalojo a la fuerza por parte de la Policía de los campamentos de protesta en El Cairo y se extendió a otras partes del país, donde fuerzas islamistas llevaron a cabo ataques contra edificios estatales.
Mientras, el primer ministro del Gobierno interino, Hazem el Beblawi, defendió los desalojos de dos campamentos levantados por grupos islamistas en El Cairo: «Llegamos a la conclusión de que el problema había llegado a un punto que ningún Estado podía aceptar». A su juicio, la «anarquía» había desembocado en ataques contra hospitales y comisarías de Policía. Eso sí, reconoció que fue una decisión «muy difícil» levantar los asentamientos.
Entre las víctimas se encuentran dos periodistas: Mick Deane, un cámara del canal de televisión Sky News, y Habiba Ahmed Abd Elaziz, reportera de 26 años del medio digital Xpress.
