Tras la convención republicana, desarrollada la pasada semana en Tampa (Florida) con una audiencia televisiva de más de 30 millones de telespectadores, llega el turno del Partido Demócrata, que la celebrará a partir de hoy en Charlotte (Carolina del Norte), con el objetivo de revertir la tendencia alcista de la dupla Romney-Ryan.
Y es que, a pesar de que los sondeos apuntan a un empate técnico (un 44 por ciento para Obama y un 43 para Romney), la mayoría de las encuestas constatan la gran mejora de la imagen del candidato a la Presidencia de Estados Unidos, aunque su programa político continúa suscitando reticencias entre la mayoría del electorado.
Así, mientras hace cuatro años, en la convención demócrata en Denver, hubo que trasladar el discurso de aceptación de Barack Obama al estadio de fútbol local, con capacidad para más de 75.000 personas (para responder al enorme interés que ese momento había despertado en todo el país), nada de eso parece que se repetirá en Charlotte.
Ni la expectación es la misma, ni existe un Bush al que echarle la culpa, por lo que muchos analistas apuntan que Obama Intentará convencer a un electorado decepcionado y escéptico de que merece cuatro años más en la Casa Blanca y de que la senda seguida por el Gobierno durante este tiempo ha sido la correcta para alcanzar la ansiada recuperación económica del país.
El próximo 6 de noviembre, el actual líder de los EEUU buscará la revalidación y tratará de repetir el hito que logró en 2008, cuando los estadounidenses eligieron por primera vez en su historia a un presidente negro.
Mientras, una derrota significaría el fin de la carrera para Obama quien, a una velocidad increíble, pasó de ser un político local del estado de Illinois al hombre más poderoso del mundo.
