Nueve siglos después de su construcción, la iglesia de La Trinidad vuelve a lucir el espléndido aspecto de uno de los templos más singulares del románico segoviano merced a la intervención integral de restauración que durante 13 meses ha conseguido no sólo devolverle su grandeza como joya del románico, sino también garantizar su consolidación de cara al futuro. La parroquia de la Santísima Trinidad, en colaboración con la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, la Fundación Caja Burgos y la Obra Social La Caixa han sumado sus esfuerzos para conseguir llevar adelante un proyecto ambicioso en sus aspectos arquitectónicos y arqueológicos y costoso en lo económico; aunque a tenor del resultado que pudo verse ayer en la presentación oficial de las obras, los más de 600.000 euros invertidos en los 13 meses de trabajo han valido la pena.
El director de la Fundación Santa María la Real, Juan Carlos Prieto, la directora del área social de la Fundación Caja Burgos, Rosa María Pérez y el director de instituciones de CaixaBank en Castilla y León Gerardo Revilla visitaron ayer las obras en una jornada festiva para la parroquia integrada en la Unidad Parroquial Centro de la diócesis, que hizo que muchos parroquianos también se sumaran a esta visita para conocer de primera mano las características de los trabajos realizados en el templo.
El arquitecto director del proyecto de restauración, Joaquín García, explicó que la restauración fue planteada desde el inicio como un proyecto integral que ha contribuido no sólo a garantizar la estabilidad estructural del conjunto, sino también a resolver el problema de evacuación del agua de lluvia.
Así, los trabajos se han centrado en este tiempo en el refuerzo de las estructuras mediante la consolidación y cosido de las fábricas, la limpieza, el tratamiento de la piedra, la renovación de los rejuntados en mal estado, la restauración de cornisas, impostas y otros elementos, el repaso completo de las cubiertas y reparaciones en la torre; así como otras actuaciones en las bóvedas, el ábside, pavimentos y elementos de carpintería e iluminación del interior del templo.
Del mismo modo, se ha levantado el solado en el perímetro exterior del ábside, para sanear el arranque de los muros y evitar la humedad. La actuación ha servido también para reforzar el encuentro del zócalo del muro del testero con la fachada norte y reparar el deterioro originado por el agua.
El arquitecto destacó que la intervención ha recuperado «una iglesia acogedora» como es el templo de La Trinidad, y resaltó el esfuerzo realizado en la intervención centrada en la torre, cuyo deterioro era una seria preocupación antes de comenzar las obras. Así, precisó que la torre «estaba muy degradada en cubierta y se ha hecho una intervención que permite prolongar los tiempos de mantenimiento pero no excluirlos, con una solución en la que se ha optado por cubrir con teja segoviana, que se mueve menos con el aire, y que permite tener un mantenimiento más holgado». Además, se ha puesto un sistema que impide la entrada de aves, pero sin perjudicar el medio natural, lo que ha obligado a realizar consultas a grupos conservacionistas para buscar la mejor solución.
Además, señaló que se han realizado trabajos de refuerzo tanto en la torre como en el ábisde y en las bóvedas, ya que aunque los estudios iniciales determinaron que el edificio no estaba moviéndose «había situaciones de riesgo en cuanto a la estabilidad que había que reforzar».
Otro de los aspectos destacados de la actuación ha sido la recuperación y puesta en valor de las policromías, en tonos rojos y negros, de dos elementos singulares, unas ménsulas, colocadas en el arranque de los arcos de refuerzo de las bóvedas, construidos entre el final de la terminación del edificio románico y una intervención renacentista.
La decoración de ambas piezas era apenas perceptible debido al paso de los años y a sendas intervenciones, una en época barroca, que eliminó gran parte de la decoración original, al cubrir las ménsulas con otras de yeso, y otra de los años 40 que ocultó definitivamente la policromía original. Pese a todo, las ménsulas permanecían intactas y, gracias a los estudios realizados durante la redacción del proyecto, ya se intuía su presencia, lo que ha facilitado su recuperación.