Las dos últimas fueron, sin duda, unas jornadas para olvidar en las calles de Egipto. Tras la nueva escalada de violencia y la extensión de los disturbios a todo el país, el Gobierno decretó el estado de emergencia durante un mes. Y es que el desalojo de las principales plazas del país en las que se concentraban los partidarios del derrocado presidente Mohamed Mursi provocó, al menos, 525 fallecidos según fuentes oficiales, ya que el partido de los Hermanos Musulmanes elevó la cifra de muertos a 4.500. El número de heridos superaba, al cierre de esta edición, los 3.700.
La decisión de terminar con las concentraciones fue adoptada debido al «peligro que se cierne sobre la seguridad y el orden en los territorios del país y el presidente interino egipcio, Adli Mansur», señalaron las Fuerzas Armadas, que junto con la ayuda de la Policía, desarrollaron las «medidas necesarias» ante esta situación: «Lo que haga falta para evitar que el caos se siga extendiendo», añadieron. Asimismo, el Ministerio del Interior advirtió de que utilizará fuego real para hacer frente a cualquier ataque contra las instalaciones del Gobierno.
Por si esto fuera poco, los Hermanos Musulmanes anunciaron que celebrarán más manifestaciones. Así, en un comunicado, el movimiento islamista informó de que convocará concentraciones para «protestar por las pérdidas registradas porque la rabia que tenemos está fuera de control».
De esta forma, las autoridades del país africano, que denunciaron los «actos intencionados de destrucción y ataques contra instalaciones públicas y privadas y la muerte de ciudadanos a manos de grupos radicales», ordenaron el toque de queda -de 19,00 a 06,00 horas- por tiempo indefinido en varias provincias de Egipto, entre ellas Alejandría, El Cairo, Giza, Miniya, Suez y las dos del Sinaí (este). Por su parte, las Fuerzas de Seguridad pidieron a los ciudadanos que cumplan las medidas estipuladas y se abstengan de «caminar por las calles, desplazarse en vehículos o por cualquier medio en las zonas y el tiempo del toque de queda».
Papa Francisco
Mientras, desde Roma, el Papa Francisco pidió la paz, el diálogo y la reconciliación. Así, tras el rezo del Ángelus en la Plaza de la Libertad de Castel Gandolfo, el Santo Padre oró por las víctimas y sus familiares, así como por los heridos y por «cuantos sufren» en lo que muchos expertos internacionales apuntan que derivará en una guerra civil.
Por su parte, una de las primeras y principales consecuencias no tardó en llegar. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó personalmente en duros términos la violencia que vive esta nación en los últimos días y anunció la cancelación de unos ejercicios militares conjuntos previstos para el próximo mes, en el marco de una «revisión» de la relación con las autoridades interinas egipcias.
Lo que sí que haría mucho daño al endeble Ejecutivo norteafricano es que el grifo de las ayudas económicas se cortara. El mes pasado recibió nada menos que 4.000 millones de dólares por parte de Kuwait y países como EEUU inyectaban dinero a un país más amigo que el de Mursi, la cara amable de los islamistas.
