La cadena de movilizaciones de partidarios y contrarios a los regímenes dictatoriales continúa extendiéndose por distintos países del Magreb y Oriente Medio. Las manifestaciones no cesan y el número de víctimas mortales y heridos se eleva en lugares como Yemen, Bahrein, Libia, Jordania e Irán, mientras que en Egipto se ha cumplido la primera semana sin Hosni Mubarak.
Así, en Yemen, cuatro personas fallecieron en dos concentraciones en las que miles de personas pidieron reformas políticas y la caída del presidente, Ali Abdalá Saleh. Fuentes médicas señalaron también que otros 30 ciudadanos resultaron heridos por el estallido de una bomba casera lanzada por un desconocido desde un coche en marcha en el centro de la ciudad de Taiz. En la capital, alrededor de 4.000 ciudadanos fueron disueltos por la Policía y por matones afines al poder que atacaron con sables, bastones y piedras. Es el séptimo día consecutivo que se producen sublevaciones en Yemen contra el sistema de Saleh, afincado en el poder desde 1990.
En Bahrein, al menos una persona murió y varias decenas resultaron heridas por los disparos del Ejército contra medio millar de personas que exigían reformas, en las cercanías de la plaza de Lulu, en el centro de la capital, Manama. Esta es la primera vez que las Fuerzas Militares, que se desplegaron el jueves en las calles de manera simbólica, dispara contra los participantes en los alzamientos, que exigen desde el pasado día 14 reformas políticas y mejoras económicas. Fuentes médicas agregaron que otra persona se encuentra en estado muy grave en el hospital de Al Salmaniya, donde se refugiaron los insurgentes, que continúan las críticas dentro del complejo. Tras los disparos de los soldados, que bloquean la plaza, la Policía cargó con pelotas de goma y gases lacrimógenos. Parte del personal sanitario salió a la calle para intentar proteger el edificio.
Por otra parte, miles de ciudadanos mostraron su apoyo al rey Hamad bin Isa al Jalifa, al Gobierno y a toda la Familia Real en un pronunciamiento pacífico tras la celebración del rezo del mediodía.
En Libia, las Fuerzas de Seguridad mataron ayer al menos a 27 manifestantes e hirieron a decenas en las concentraciones contrarias a la dictadura que se están registrando desde el pasado martes contra el Ejecutivo presidido por Muamar al Gadafi, según confirmó el comunicado enviado a los medios por la organización Human Rights Watch (HRW).
Además, la edición digital del diario Quryna, propiedad de Seif el Islam, uno de los hijos del líder que gobierna en Trípoli, reconoció 14 muertos durante la revuelta del pasado jueves en Bengasi, donde los militares emplearon fuego real. Mientras tanto, los comités revolucionarios del país amenazaron a quienes expresen su opinión contra el sistema con una «respuesta violenta y fulminante» y advirtieron de que «sobrepasar las líneas rojas» será un «suicidio», según su órgano de información en internet, el periódico Azahf Al Akhdar. Además, unas 10 personas resultaron heridas en la capital de Jordania, Ammán, cuando un grupo de personas progubernamentales atacaron con palos una revuelta para pedir reformas políticas.
Mientras tanto, en Irán miles de partidarios del Ejecutivo se sublevaron ayer para pedir el procesamiento y la muerte de todos los líderes de la oposición, a los que el Gobierno acusa de secesionistas.
Los ciudadanos congregados, muchos de ellos procedentes de las clases obreras y los barrios menos favorecidos de la capital, gritaron consignas como «muerte a Mir Husein Musaví» y «muerte a Mehdi Karrubí», aunque no se produjo ningún enfrentamiento.
La oposición convocó para mañana una concentración para honrar la memoria de las dos personas muertas en la movilización del pasado lunes, en la que hubo violentos disturbios.
Por su parte, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, «condenó» las muertes y calificó de «ilegal» el excesivo uso de la fuerza para reprimir las marchas pacíficas. En la misma línea que la dirigente, el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, también mostró su repulsa a la muerte de «inocentes» e instó a los dirigentes a escuchar el mensaje de los ciudadanos.
