Ya se tenía conocimiento de algún que otro sujeto que para hacerse el más graciosillo allí donde aterriza en sus excursiones estivales se dedica a pintarrajear el patrimonio histórico artístico del lugar. Se les conoce bien, porque son aquellos que en el espacio más visible y de mayor valor histórico, si cabe, dejan su impronta al modo de Juan estuvo aquí con María o Pachi 10-5-2013. Pero, lo que todavía no habíamos visto era que alguien, en este caso un menor chino de 14 años, decidiese pintar, nada más y nada menos, que en el mismísimo templo de Luxor.
No estamos hablando de inscribir la firma en la roca de unas ruinas en un páramo meseteño o en registrarse en la pared de un moderno museo a orillas del Cantábrico, que también es reprochable, sino que el escribiente decidió dejar su firma para la supuesta posteridad en un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad construido hace casi 3.500 años.
Por eso, la inscripción realizada por un adolescente chino en uno de los templos de Luxor, en Egipto, ha desatado, con razón, la indignación en el gigante asiático por el comportamiento de sus turistas en el extranjero.
El pequeño escribió sobre un antiguo relieve de piedra Ding Jinhao estuvo aquí, y se quedó tan tranquilo.
Según informaron ayer los medios locales, sus padres se disculparon por el acto vandálico de su hijo, al que algunos blogueros chinos calificaron de vergüenza para el país y para sus nacionales.
De hecho, la oleada de indignación por lo ocurrido desató el pasado fin de semana una auténtica cacería del joven en Internet. No en vano, el tema fue trending topic en Weibo, el Twitter chino, y se filtraron informaciones personales del adolescente e incluso fue hackeada la web de su colegio.
Los padres del muchacho contactaron con el diario local Xiandai Kuaibao y asumieron toda la responsabilidad, señalando que habían maleducado a su hijo. Según contaron, no se dieron cuenta de lo que el joven estaba haciendo cuando realizó la inscripción.
«Les debemos disculpas, pero les pedimos que perdonen a nuestro hijo y le den una oportunidad», dijo el padre.
Poco ejemplares
Precisamnete, el año pasado, 82 millones de chinos viajaron al extranjero. Pero mientras que cada vez más asiáticos tienen un mayor poder adquisitivo para viajar y hacer compras fuera de casa, es precisamente en China donde su comportamiento está generando un fuerte debate.
El vicejefe del Gobierno de la segunda potencia mundial Wang Yang lamentó recientemente los malos modales de algunos de sus compatriotas: «Hablan alto en público, realizan inscripciones en sitios turísticos, cruzan con el semáforo en rojo, escupen por todas partes y muestran un comportamiento poco civilizado», señaló.
