El jefe militar de la OTAN en Afganistán, el general norteamericano Stanley A. McChrystal, ha advertido en un informe remitido al Departamento de Defensa de EEUU, de que, si no recibe más tropas, corre el riesgo de fracasar, tal y como publicó ayer en su edición digital The Washington Post.
Según el documento, los fallos a la hora de «doblegar la ventaja de los talibanes a corto plazo, mientras madura la capacidad de la propia seguridad afgana, implican el riesgo de no poder ganar nunca a la insurgencia».
Pese a la descripción de la gravedad de la situación, el alto mando militar sostiene que «el éxito aún es posible». No obstante, McChrystal reitera que una «rápida y genuina estrategia contrainsurgente» no es posible sin refuerzos militares e insiste en el riesgo de derrota.
En el informe, el oficial norteamericano describe al Gobierno de Hamid Karzai sobrepasado por la corrupción y por una fuerza multilateral sometida a unas tácticas castrenses que rechaza la población afgana.
Para el jefe militar de la ISAF, los talibanes son un «enemigo sofisticado y con poderío que emplea la propaganda moderna y sistemáticamente recluta miembros en las prisiones, donde -añade- incluso planea sus operaciones».
McChrystal, según funcionarios del Departamento de Defensa, tiene preparada la petición de nuevas tropas y más medios en un informe distinto, pero aguarda instrucciones del Pentágono antes de remitirlo a Washington.
El diario explica que, durante el pasado fin de semana, altos funcionarios del Pentágono pidieron no difundir partes del documento que «podrían poner en riesgo operaciones futuras».
Corrupción
Para el general estadounidense, «la corrupción oficial es una amenaza tan grande como los propios talibanes para la misión de la ISAF». También aclara que «la debilidad institucional, el abuso de poder de altos funcionarios y los errores han dado pocas razones a los afganos para apoyar a su Gobierno».
McChrystal afirma que «la mayor debilidad de la ISAF es que no ha defendido con agresividad a los propios afganos, más preocupada por defender a sus fuerzas». «Hemos operado de una manera que nos ha distanciado de la gente a la que teníamos que proteger. Los insurgentes no pueden ganar militarmente, pero nosotros sí podemos derrotarnos», explica el general, que aboga por proteger más al pueblo y moderar la fuerza.
También admite que esta estrategia puede suponer un incremento a corto plazo de las bajas, pero sostiene que la asunción de los mismos riesgos que vive la población es la única manera de derrotar a los insurgentes.
El oficial no ahorra críticas al desconocimiento de las tropas internacionales de las dinámicas del país y asegura que la ISAF ha centrado sus esfuerzos de inteligencia en cómo atacar a los insurgentes, lo que ha dificultado el entendimiento y comprensión de aspectos claves de la sociedad afgana.
Entre otros aspectos del actual Afganistán, el documento describe el Ejecutivo en la sombra bajo la dirección del mulá Omar, la principal organización que capitaliza las debilidades gubernamentales. «Nombra gobernadores para casi todas las provincias, revisa su gestión, los sustituye periódicamente, ha establecido un mecanismo para recibir quejas contra sus propios funcionarios y ha instituido la ley islámica con tribunales que actúan en zonas en disputa y controladas por ellos».
