El exvicepresidente de Caja Segovia, Manuel Agudíez Calvo, que formó parte de la entidad hasta el pasado verano en representación del PSOE, tras las últimas elecciones, defiende su honestidad en el Consejo de Administración de la entidad, y en especial en la operación inmobiliaria de Asturias, conocida como Navicoas. Además entiende que todas las operaciones se realizaron con absoluta transparencia para el resto del Consejo de Administración, y siguiendo los dictámenes de los técnicos, tanto de las asesorías contratadas como de la entidad matriz en la que se había integrado ya Caja Segovia.
Usted ha sido protagonista estos últimos días por el asunto Navicoas ¿Está de acuerdo con las informaciones publicadas?
No. Ha habido informaciones falaces e interesadas por parte de partidos políticos que no tienen otra cosa que ofrecer a los ciudadanos más que difundir mentiras.
¿Cuál es su sentimiento actual sobre este asunto?
Me siento un cabeza de turco al que imputan responsabilidades sin rigor alguno. Hemos obrado siempre con arreglo a la norma pertinente y a la Ley en todo.
Se han llevado a la Fiscalía las actas de los consejos por si hubiera irregularidades ¿No se les entregaban copias a los consejeros?
No. Se dejan en la Secretaría. En los consejos siguientes se nos dan para comprobar si el resumen es correcto —que son las actas—, y es cuando se aprueban. Las firma el secretario, que era Miguel Ángel de Vicente, con el visto bueno del presidente, Atilano Soto. Y nunca ha habido problemas con estas actas.
Se denunció que se grababan los consejos ¿Lo sabía?
No tengo conocimiento de que se hiciera, pero eso me parece intrascendente. Lo que me parece grave es que el secretario del consejo, Miguel Ángel de Vicente, se las guarde, las mantenga en su poder cinco meses, cuando ya había dejado de ser secretario, y las suelte luego para convocar sólo a algunos de los ex consejeros, once. Pero no al resto, pues faltábamos seis. Si no ha habido nunca problemas con las actas ¿por qué en ese último Consejo?
Su elección como representante de Caja Segovia en Navicoas ¿se hace con el visto bueno del Consejo de Administración?
Por supuesto. Cuando hay una opción de negocio se pasa al comité de riesgos, lo analiza y lo ve el Comité de Dirección. De ahí va a la Comisión de Inversiones, que con el dictamen pertinente, nos lo pasa al Consejo de Administración. Quien lo hace es precisamente el presidente de la Comisión de Inversiones, secretario provincial del PP y secretario del Consejo de Administración. Miguel Ángel de Vicente.
¿Por qué usted y Óscar Varas en este negocio?
Desde hace mucho tiempo está acordado que en todas las sociedades participadas por Caja Segovia estuviera un técnico de la casa, y un miembro del Consejo de Administración. En este caso Óscar Varas y yo respectivamente. Todo el mundo lo conocía, igual que las otras sociedades participadas, siempre que se leyeran los informes. Pero quizá algunos no cumplían con esa obligación y sólo iban para cobrar.
Caja Segovia tendría en este momento más de 40 empresas participadas en sectores variados: alimentación, distribución, inmobiliario, energético, telecomunicaciones, servicios deportivos… en Castilla y León, La Mancha, Madrid, Andalucía… era la apuesta por la diversificación dado el exceso de liquidez que teníamos y que no se demandaba en Segovia. Navicoas no era un caso aislado.
¿Cuál fue el proceso en el caso de Navicoas?
Navicoas Asturias se constituye en noviembre de 2006 para comprar suelo en Gijón. Para mayor seguridad cogimos como socio al mayor grupo empresarial asturiano, Alsa, de la familia Cosmen. Entonces nadie veía mal la operación porque de un día a otro pagan a la sociedad —de la que es socia Caja Segovia— una prima de emisión de un millón de euros. Oscar Varas y yo éramos dos miembros del Consejo, pero sin ningún poder, pues los acuerdos había que adoptarlos por mayoría. Pero todo se hizo con absoluta transparencia y con el visto bueno del Consejo de Administración de La Caja. Con un informe de la asesoría jurídica Chamartín cumplimos con la fiscalidad, de acuerdo con la Ley Tributaria. Pero en marzo de 2011 nos notifica la Agencia Tributaria que no se puede encajar la operación de aquella forma y hay que abonar la parte proporcional del impuesto de sociedades. No es una sanción, ni un delito fiscal. Y este proceso ya lo llevan a cabo los asesores de Bankia, pues la sociedad había entrado ya en concurso de acreedores y se hace con el visto bueno también de los administradores concursales. Ni Óscar ni yo participamos en las negociaciones. Creo que desde Bankia se negoció bien y logró rebajar la cantidad a pagar de forma importante.
Pero algunos consejeros han asegurado desconocer que estaba hipotecado el Torreón, entre otros inmuebles.
Estar hipotecado no significa estar embargado, sino que hay que cumplir unos compromisos, como tenemos casi todos hipotecadas nuestras viviendas. Cuando nos fuimos nosotros, Caja Segovia tenía al menos en activos líquidos ocho millones de euros, amén de numerosos activos inmobiliarios. Se podía haber cancelado entonces el préstamo si esa fuera la gravedad de lo que acontece.
Entiende que haya malestar entre los segovianos ¿no?
Como yo también lo tengo. Pero lo que me duele es el gran daño que se me ha hecho desde el punto de vista profesional, del honor, reputacional… al que uno está acostumbrado; pero no la familia y quienes tenemos alrededor.
