Ucrania apenas tuvo tiempo ayer de guardar luto por el medio centenar de personas que falleció el día anterior en Odesa tras incendiarse un edificio sindical en medio de los disturbios entre manifestantes leales al Gobierno de Kiev y separatistas. Y es que la tensión sigue en aumento en la exrepública soviética, donde la violencia volvió a ser la protagonista de la jornada, aunque esta vez en las inmediaciones de Slaviansk, donde murieron 37 personas, según fuentes prorrusas.
Sobre lo sucedido en la ciudad portuaria, donde, tal y como informaron las autoridades, perdieron la vida 46 personas, 214 resultaron heridas y se produjeron 144 detenciones, la crispación entre el Ejecutivo central y el Kremlin volvió a desatarse. Así, Rusia aseveró que «las manos de los dirigentes de Kiev están manchadas de sangre hasta los codos», al tiempo que pidió que se anulen las elecciones, convocadas para el próximo 25 de mayo y exigió la cancelación de la operación antiterrorista emprendida por sus vecinos en el sureste del país. Además, aseguró haber recibido «miles de peticiones de ayuda» de la parte oriental. «Son gritos de desesperación», manifestó.
Sin embargo, el presidente interino, Oleksander Turchinov, apuntó que la tragedia «ocurrió debido a una provocación extranjera», dejando entrever que el respaldo de Moscú a los activistas es parte de la culpa de lo sucedido.
Por su lado, el ministro del Interior ucraniano, Arsen Avakov, informó de nuevos combates de sus efectivos contra activistas en Kramatorsk, cerca de Slaviansk, donde una importante torre de la televisión y varios controles callejeros habrían sido tomados por el Ejército. «No desistiremos», indicó.
Según fuentes separatistas, al menos dos personas murieron y otras 12 resultaron heridas en la intervención en dicha localidad.
Mientras, en el considerado bastión de los prorrusos, un portavoz de los activistas detalló que 11 civiles y cuatro hombres armados habían perdido la vida en un nuevo asalto de los militares, que, según indicó, dispararon contra ciudadanos desarmados para proteger a sus tropas. Asimismo, señaló que en el cercano pueblo de Andreyevka perdieron la vida otras 10 personas y se registraron 40 heridos en un nuevo asalto de los soldados contra intereses secesionistas.
Crimea
Por otro lado, unos 5.000 tártaros de Crimea lograron romper un cordón policial ruso y permitir la entrada de uno de sus líderes a la región.
Tras la controvertida anexión de la península del Mar Negro a Rusia, Mustafa Yemilev, miembro del Parlamento de Kiev, salió de dicho territorio. Después de ello, el Kremlin le prohibió regresar la zona y unidades especiales de las Fuerzas del Orden de la potencia exsoviética intentaron ayer impedir su entrada en Crimea. Pero la multitud rompió el cordón y saludó la llegada de Yemilev.
La población tártara supone un 12 por ciento de los habitantes de la península y se opuso a la adhesión de esta región el pasado mes de febrero.
