Los aliados no las tienen todas consigo. No poseen todavía el informe de los inspectores de la ONU sobre el terreno, no tienen el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no cuentan con el apoyo político suficiente en sus respectivos parlamentos y aún no disponen de pruebas fehacientes por parte de sus respectivos servicios secretos. Así que en este contexto, los países occidentales han decidido relajar el lenguaje bélico y esperar.
El primero que lo ha hecho ha sido el primer ministro británico, David Cameron, quien consideró ayer que sería «impensable» emprender una acción militar contra Siria si hubiera una «oposición aplastante» en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Sin embargo, el premier conservador indicó en el Parlamento que una intervención en el país árabe no supondría, a diferencia de Irak, «una invasión ni tomar partido», sino «una respuesta a uno de los usos más aborrecibles de armas químicas del último siglo».
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aclaró que «todavía» no había tomado ninguna decisión sobre las acciones contra Siria, pero subrayó que «nadie duda» que se han usado armas químicas e indicó que la Casa Blanca está segura de que ha sido el régimen de Bashar al Asad. «Todavía no hemos tomado ninguna postura, pero hay que respetar las normas internacionales contra el uso de armas químicas y nadie duda de que las han usado a gran escala contra la población civil», aseveró en una entrevista concedida a la cadena PBS.
Preguntado sobre la autoría, reveló que, en base a las «evidencias», «no cree» que la oposición haya podido llevar a cabo estos ataques porque «no cree» que posea «armas nucleares ni armas químicas de ningún tipo». «Hemos concluido que fue el Gobierno sirio y, si es así, tendrá que haber consecuencias», subrayó.
«Además, cuando estamos hablando de un país que tiene el mayor arsenal de material tóxico del mundo, que su control sobre el mismo se puede haber erosionado, que está aliado con organizaciones terroristas que en el pasado han atacado a Estados Unidos, entonces hay una posibilidad de que los arsenales se dirijan contra nosotros», enfatizó.
En la misma línea se situó el presidente francés, François Hollande, que indicó que una solución política sigue siendo el objetivo último en Siria, pero para ello es necesario frenar la «escalada» de violencia actual en el país.
Igualmente, el primer ministro italiano, Enrico Letta, dejó claro que aunque Italia condena el presunto uso de armas químicas en Siria no participará en una eventual operación militar en el país si ésta no cuenta con el aval de Naciones Unidas.
En esta situación, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, pidió al presidente estadounidense, Barack Obama, que se permita que los inspectores sobre armamento químico del organismo que se encuentran sobre el terreno concluyan su mandato y aseguró que Naciones Unidas compartirá con los Estados miembros la información.
Según indicó, los observadores continuarán las actividades de investigación hasta hoy y saldrán mañana de Siria.
Por último, Rusia, estrecho aliado del régimen de Al Asad, pidió a los inspectores de la ONU que se encuentran en la zona que aumenten sus controles sobre el posible uso de gas venenoso a otras localidades del territorio como Alepo, donde el pasado marzo murieron supuestamente 26 personas por estas sustancias.
Además, el ministro del Exterior chino, Wang Yi, señaló que su Gobierno se opone a cualquier intervención extranjera y pidió contención a todas las partes hasta que la ONU termine el trabajo.
