El Real Madrid tropezó ayer por segundo año consecutivo en su intento de acabar con su sequía continental y volvió a caer en el partido decisivo, esta vez ante un aguerrido Maccabi Electra, que planteó un jeroglífico indescifrable para los de Pablo Laso, que cayeron, tras una prórroga, en un partido donde nunca pudieron imponer su baloncesto.
El equipo ‘merengue’ no tuvo su noche en un Mediolanum Forum ‘disfrazado’ de Nokia Arena. El ocho veces campeón de Europa solo hizo vibrar con el juego que le había llevado hasta Milán en un tramo entre el primer y el segundo cuarto, pero, a partir de ahí, se impuso lo que había diseñado David Blatt, que, tras muchas derrotas seguidas ante Pablo Laso, halló la llave para abrir el cofre.
Los blancos tuvieron la dureza mental que les faltó en Londres para salvar una prórroga, la primera en la Historia de la Euroliga, pero se quedaron sin defensa y ataque en el momento clave. Además, sus mejores hombres no acabaron de funcionar, con Rudy Fernández sin dar continuidad a su gran inicio, Nikola Mirotic poco fino y Sergio Llull desaparecido. El ‘Chacho’ se fue hasta los 21 puntos, pero tuvo un problema con Tyrese Rice, elegido ‘MVP’ del choque y que le planteó un partido muy incómodo, mientras que la defensa desapareció en la prórroga, el rebote fue una ‘condena’ (19 rebotes ofensivos de su rival) y no hubo acierto exterior.
En cambio, el conjunto israelí sacó el máximo partido a sus armas, quizás menos conocidas y de menos nombre, pero efectivas, sobre todo el pequeño Rice, motor de los suyos. El base, autor de la canasta en el último suspiro que dejó fuera al CSKA, fue clave, sobre todo en el inicio del tiempo extra, donde sus puntos ratificaron el extenuante esfuerzo físico en defensa de sus compañeros.
El choque comenzó como quiso el campeón israelí. Planteando problemas en defensa y centrando sus primeros ataques en Schortsanitis, los de David Blatt pudieron controlar el inicio e incluso amagaron con una primera brecha. Sin embargo, el esfuerzo de Rudy Fernández encendió entonces la ‘mecha’ del ataque blanco, que vivió, entonces, sus mejores minutos y les dio continuación en el segundo cuarto, apoyado por un sensacional Felipe Reyes.
La final parecía que empezaba a inclinarse por el guión que los de Pablo Laso deseaban, aunque también había malas noticias como las tres faltas de Slaughter o la discreta actuación de Nikola Mirotic y Sergio Llull.
La reanudación sentó mejor al campeón de Israel, nuevamente incomodando mucho en defensa a los blancos, lo que le devolvió la delantera en el marcador, ayudado porque el Madrid seguía echando de menos a más gente colaborando. El partido se apretó entonces con alternativas en el marcador, pero el Maccabi comenzó a ver aro desde fuera y encontró la forma de frenar la maquinaria ofensiva del conjunto español .
De este modo, se entró en la recta final con el cuadro hebreo más centrado, agarrado a la pista y aprovechando también el nerviosismo que atenazó al campeón madrileño, que nadó para morir en la orilla de la prórroga.
