Los forenses que realizaron la autopsia a la que fuera directora del malagueño Museo de Nerja, asesinada en agosto de 2014, declararon ayer que la mujer murió posiblemente con dosis de sufrimiento “casi inhumano” y concluyeron que el conjunto de heridas que presentaba demostraban “saña” en hacer “un daño innecesario”, pues todas fueron llevadas a cabo estando la víctima viva.
Ante el jurado popular que juzga al novio de la víctima por el asesinato de ésta en Torrox, provincia de Málaga, los forenses explicaron las múltiples heridas que presentaba para después incidir en el “dolor moral de la persona que sabe que va a morir”, ya que consideran que cuando llegaron los agentes de la Guardia Civil podría estar con vida; de hecho uno de ellos le taponó el cuello. Un dolor que suele siendo tenido en cuenta en este tipo de víctimas, aseguraron los forenses.
Así, relataron que cuatro de las heridas eran mortales de necesidad, por lo que “las 127 restantes sobran” y, aunque manifestaron que resultaba complicado establecer el orden concreto de la agresión, sí que indicaron que las primeras puñaladas fueron en el abdomen. Los forenses consideraron que habría sido prácticamente imposible salvarle la vida, porque tenía heridas de degüello, que requerían de material hospitalario para su asistencia.
Además, los especialistas apuntaron que tras recibir varios golpes —con una botella— por detrás en la cabeza, que entienden “no lo esperaba”, la víctima quedó “aturdida” y semiinconsciente; por tanto, con escasa capacidad de reacción frente al ataque posterior con el cuchillo, aunque sí tenía heridas en las manos, posiblemente, de haber intentado agarrar el arma.
Con las heridas que presentaba ella y las que tenía el acusado en las manos —una sola y un rasguño— los forenses consideraron poco probable la versión dada por el hombre en su declaración de que él le quitó el cuchillo para evitar que le agrediera, sino que más bien ocurrió al revés.
Respecto al acusado, los forenses, psiquiatras y psicólogos —algunos lo trataron antes de estos hechos— que le examinaron coincidieron en que el hombre tenía “trastorno depresivo”, por varios fallecimientos ocurridos en su familia cuando era pequeño y la muerte de su hija de siete años; pero todos ellos descartaron síntomas de psicosis u otra enfermedad mental.
Uno de los forenses relató además que cuando lo examinó dos horas después de los hechos lo encontró “tranquilo, frío”, lo que contrasta con un supuesto consumo abusivo de cocaína y alcohol. De hecho, dicho forense indicó que los análisis del pelo que le realizaron apuntaban a un consumo leve y, en cualquier caso, en la primera observación no se le veía bajo los efectos de aquellas sustancias.
Otros forenses que le hicieron un examen psicológico señalaron que su arrepentimiento era “egoísta”, por las consecuencias que este procedimiento tiene para él. Además, los expertos apuntaron que cuando se produjo su detención él decía que lo había hecho y entendía la gravedad del tema; por tanto consideraron que sus facultades estaban intactas.
Es más, apuntaron que no existía una amnesia selectiva desde el punto de vista médico y, en ese momento, lo recordaba todo, lo que contrasta con la declaración que hizo ante el jurado popular el pasado lunes, en la que dijo que no sabía qué había pasado desde que ella intentó agredirle hasta que se encontraba en la cárcel de Alhaurín.
Tanto el fiscal como la acusación particular, en representación de la familia de la fallecida, mantuvieron su acusación por un delito de asesinato y otro de malos tratos habituales, solicitando en total 28 años de prisión. La Junta de Andalucía se adhirió además a estas conclusiones; la defensa, por su parte, manifestó que se trataba de un homicidio.
