El drama de Siria traspasa fronteras y la amenaza a una muerte por los bombardeos y los combates entre el Ejército y los rebeldes continúa, aunque cambien de causas, como se observó ayer ya que ocho personas perdieron la vida en el país. Y es que cientos de niños que han huido al vecino Líbano para escapar de la guerra civil están cada vez más en riesgo de morir de desnutrición, según alertaron esta semana varias organizaciones humanitarias en un informe.
La evaluación, realizada por el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) y otras agencias, ha detectado que unos 10.000 menores de cinco años padecen malnutrición aguda, incluidos 1.800 que están en riesgo de morir y requiere tratamiento inmediato para sobrevivir.
El estudio se realizó sobre una muestra de unos 9.000 acogidos en todo el Líbano, donde se han registrado unos 935.000 sirios ante la ONU desde que comenzó el conflicto en el país asiático en marzo de 2011.
Unicef advierte en el documento de que la prevalencia de malnutrición prácticamente se ha duplicado desde 2012 y podría seguirse deteriorando.
La representante de dicho organismo en Beirut, Annamaria Laurini, calificó esa falta de alimentación como «una nueva y silenciosa amenaza entre los refugiados» y agregó que está vinculada con la ausencia de higiene, el agua potable poco segura, la escasez de inmunización y las inadecuadas prácticas de alimentación de los niños. «Estamos tratando con una población que cada día es más pobre, lo que significa menos acceso a alimentos», subrayó. «Por eso, tenemos que mantenernos vigilantes», añadió.
El Líbano está haciendo lo posible para prestar ayuda a los exiliados sirios, que el Banco Mundial estima que costarán unos 2.600 millones de dólares (cerca de 1.900 millones de euros) en tres años. Los Estados occidentales se han mostrado reacios a entregar fondos directamente al Gobierno de Beirut, que incluye a ministros del partido-milicia chiíta Hezbolá, considerado una organización terrorista por EEUU y sus aliados.
No hay campamentos oficiales para refugiados sirios en ese país, así que la mayoría de ellos residen en casas de familiares o viven en edificios sin terminar. Más de 1.000 de los casos más graves de malnutrición han sido identificados entre los cientos de albergues en el valle de la Bekaa, en la frontera con Siria, donde viven unos 300.000 exiliados, la mayor concentración en el país.
Por otra parte, las autoridades francesas están investigando a siete ciudadanos de confesión musulmana por su presunta implicación en el conflicto de Siria. Todos ellos, de entre 23 y 25 años de edad, fueron detenidos en Estrasburgo el pasado martes. La Policía está centrando el interrogatorio en una serie de viajes que supuestamente hicieron los jóvenes al país árabe el año pasado para combatir contra el Ejército de Al Asad.
