La sabiduría popular atribuye el don de tener «mano izquierda» a las personas con habilidad para resolver situaciones difíciles o comprometidas. Si eso es cierto, Álvaro Urquijo demostró en la noche del viernes no sólo estar plenamente recuperado de la lesión en su mano que le apartó de la música durante meses, sino su capacidad de liderar un grupo con 35 años de música a sus espaldas, al que los avatares del destino le han obligado a reinventarse en varias ocasiones, pero sin perder un ápice de su esencia.
La Sala Kun-D registró una de sus mejores entradas del año para albergar el concierto enmarcado en la gira «Gran reserva 2011» que la banda está realizando por toda España con un formato más intimista y acústico para ofrecer sus canciones más conocidas y avanzar algunos de los temas que compondrán su próximo disco.
Los Secretos ofrecieron un concierto difícil de olvidar no solamente para la legión de nostálgicos de una época en la que el pop era capaz de transmitir emociones y no beneficios en las cuentas de resultados. Las canciones surgidas del talento creador de los hermanos Urquijo -junto a Antonio Vega los mejores autores del pop en español- forman parte de la memoria colectiva de una generación que ha amado, se ha desengañado y ha cerrado bares con historias tan emotivas como desgarradoras en algunos casos.
Y todo ello, contando con el talento de una magnífica banda, con el carisma de Álvaro, reforzado por una mágica corriente de aire que hacía ondear su pelo, y con músicos del talento de Ramón Arroyo, uno de los mejores guitarristas de España y que forma parte del código genético de un grupo que forma parte de la historia de la música española por derecho propio.
Canciones como «Por el túnel», «María», y otros clásicos del grupo sirvieron para hacer disfrutar a sus incondicionales, pero también ofrecieron sorpresas como «Trenes perdidos» o «Lágrimas sin nombre»; dos piezas que ofrecerán en su próximo trabajo discográfico y que engarzan perfectamente en el estilo que ha hecho inconfundible a esta banda.
