Nueve artistas en Segovia. Nueve. Número realmente exotérico. La última cifra, fin de ciclo, cierre del anillo. Se apropia la Galería ArteSonado de un valor ritual más entre sus aciertos. Nueve personificaciones creativas en sus Musas. Nueve, cifra ternaria, tres tríadas. Perfección de la perfección, orden del orden, unidad de la unidad, al decir de Avicena. No sé si al proponernos esta exposición se quería ir tan lejos. Regresemos, pues.
Nueve artistas en Segovia. Nueve mujeres. Sel, Patricia, Isabel, Eloisa … han participado en exposiciones con la pretensión de incluir el discurso de género en su percepción de la realidad y desde él conformar la creatividad. Imágenes de mujeres, agua y aceite, mujeres y creación, espacios de diálogo, mujeres en reencuentro. Pero en todas intuimos la misma voluntad, firme y sensible, de abandonar jardines de clausuras y sin ficciones retóricas nos proponen y exponen sus creaciones en las que el género, como condicionante imaginario, está por encima del sexo. Para todas la voluntad de la palabra poética, sea pintada o escrita, figurativa o abstracta, esculpida o soñada, potencia y da sentido a la creatividad, más allá de supuestos privilegios legales o demarcaciones positivas graciosas.
El acierto de la exposición, que aún podemos ver en la galería ArteSonado de S. Ildefonso, está en la valiosa, compleja y enriquecedora diversidad de identidades creativas que como siempre, en los cuidados y acertados montajes de la galería ArteSonado, dialogan y vertebran un relato tan crítico como enigmático, por encima de ironías o de correcciones políticas. El debate de género no es un pie forzado en ninguna creación y reflexión, al contrario es un criterio de rigor y de justicia en todo discurso sobre la cultura actual y de futuro. Hay sexo y, sobre todo, sexismo en el arte y en la creatividad, como en tantas otras parcelas de la sociedad. De ahí la necesidad de buscar identidades que incluyan, que propongan, que dialoguen, que realmente creen. Por encima de la autoría con prejuicios está la persona, la obra que rompe estereotipos, la atracción y la convicción del mensaje libre y fecundo más allá de concienciaciones repetitivas y que en muchos casos vienen tan sólo a justificar la realidad en su tozudez de discriminaciones y de tópicos.
Como un juego taxonómico nos invita Jesús Mazariegos en el catálogo de la exposición a dualizar las obras expuestas entre luces y paciencias, como modos de conciencias, siguiendo a A. Machado (Canciones y proverbios, XXXV). Poco importa el resultado de semejante esfuerzo. Tal vez, el mayor interés consista en superar el dualismo de una razón ilusa (visionaria) o de una razón instrumental (pescadora). No es de extrañar que todas las obras expuestas pendulen entre el artificio y el riesgo, entre el sueño y la lógica, entre el dolor y la mancha, entre la memoria y la trasgresión. Ninguna dualidad deviene progresiva. En la diversidad de formas y lenguajes que todas las artistas manifiestan, encontramos un esfuerzo compartido por superar los límites de lo real que anula, por imaginar un espacio abierto de paisajes sin miedos, una representación buscada de nuevas armonías y formas, nuevos relatos en los que los sujetos dialoguen, se creen, se crean y convivan en igualdad. Como en la exposición misma.
Nueve artistas en Segovia. Vinculadas a Segovia, sin pedirse justificaciones en tiempos o espacios. Nueve artistas que sin pintar Segovia, contribuyen a crear ámbitos para una nueva ciudadanía imaginada, aunque en todas las obras expuestas de momento se represente solitaria.