Corría el año 1099 y la ciudad de Valencia, que gobernaba Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, fue sitiada por las tropas árabes. El Cid subió a una almena y una flecha perdida le atravesó. Cayó herido de muerte. Pero tuvo tiempo, antes de morir, para indicar una estrategia. Las tropas árabes se quedaron perplejas, al ver al Cid, dispuesto a la batalla, cabalgando, montado sobre Babieca, cuando le creían muerto. Y lo estaba. Presas del pánico, huyeron. La leyenda dice que el Cid ganó su última batalla por el temor que le tenían.
Tras su renuncia a la Alcaldía, por «motivos personales», hace ahora casi un año, el exalcalde de Segovia, Pedro Arahuetes, presume de estar ajeno a la vida política municipal y de estar dedicado, en cuerpo y alma, a su profesión como abogado. Y, ciertamente, se enfada si alguien le insinúa lo contrario. Sin embargo, hay quienes creen —están convencidos—, de que, como ocurriera con el Cid Campeador, que ya muerto ganó su última batalla, el ahora ciudadano Arahuetes está ejerciendo una notable influencia en los últimos episodios de la política municipal.
La sombra de Arahuetes es alargada, como se puso de manifiesto en el último pleno, cuando el portavoz de IU, Luis Peñalosa, aseguró que el exconcejal socialista y ahora edil no adscrito, Javier Arranz, estaba asesorado por el bufete «Arahuetes and Peter Pan». Que Arahuetes está asesorando a Arranz es algo que no solo cree Peñalosa, sino también varios miembros del equipo de Gobierno consultados, que sospechan que el rigor técnico y jurídico de los últimos escritos presentados por el concejal no adscrito (una enmienda a la totalidad y un recurso de reposición) tienen la autoría del exalcalde.
No obstante, Arahuetes lo niega de forma tajante y hasta se indigna si se le lanza la insinuación. «Es absolutamente mentira, no tengo nada que ver con ninguna de las acciones que está haciendo Javier Arranz», declaró ayer Arahuetes a esta Redacción, reacio a hacer ningún tipo de manifestación al respecto. «Si se refieren a mí, es porque quizá les sea difícil olvidarme, todos los concejales tienen arahuetitis», afirma el exalcalde, quien recalca que lleva fuera «de la cosa pública» desde hace diez meses, en los que, según afirma, ha guardado silencio, y ha rechazado hacer manifestaciones a los medios de comunicación. Sin embargo, Arahuetes sí ha hablado, como ciudadano, cuando se le preguntó por sus motivos para firmar en contra del cambio de nombre para la Avenida de Fernández Ladreda; algo que ha sentado muy mal en las filas socialistas y en el propio Peñalosa. Lo cierto es que el exalcalde nunca fue partidario, durante once años, del cambio de denominación, pese a estar recogido en el último pacto que suscribió con Peñalosa para acceder a la Alcaldía.
Pero, ¿por qué Peñalosa dejó entrever en el pleno que Arahuetes era el asesor de Arranz?. «Bueno, no tengo pruebas, pero es algo que está en la calle, tengo mis sospechas», afirma Peñalosa, para quien que el exalcalde firmara en contra del cambio de denominación de la Avenida supone «una absoluta deslealtad» con su sucesora, Clara Luquero.
En el PP, Jesús Postigo, opta por la prudencia. «No tengo elementos para asegurar que exista una connivencia entre el señor Arahuetes y el señor Arranz, aunque —añade— está claro que siempre le protegió cuando fue alcalde, incluso en contra del criterio de sus compañeros del equipo de Gobierno».
El propio Arranz lanza balones fuera cuando se le pregunta por su relación con Arahuetes. «No le puedo decir quien es mi abogado o asesor. Esa pregunta hagánsela al señor Arahuetes», zanjó ayer el edil disidente, que sigue manteniendo una relación personal frecuente con el exalcalde. Con un grupo común de amigos juegan juntos al fútbol los lunes y al padel los jueves.
Lo cierto es que Arranz profesa una profunda admiración por Arahuetes y, de hecho, llegó a decir que su revocación de funciones como concejal de Deportes no hubiera ocurrido si el abogado hubiese estado en la Alcaldía.
Arranz llegó a pedir consejo al exregidor cuando Luquero optó por expulsarle del equipo de Gobierno, el pasado mes de diciembre. Arahuetes aconsejó a Arranz que renunciara al acta de concejal y abandonara el Ayuntamiento, aunque también había recomendado a Luquero que tratara de solucionar por todos los medios el problema interno antes de adoptar una medida drástica. Pero ninguno le hizo caso.
Fuentes del PSOE consultadas por este diario no tienen muchas dudas de que Arranz consulta con Arahuetes y que algunas de sus acciones surgen de la influencia del exalcalde. «Siempre ha querido tener una pica en Flandes, como se sabe Arahuetes no era afiliado del partido, pero utilizaba a Arranz para influir dentro del PSOE, (…) ahora que el concejal ya no está en el partido, le quiere tener en el Ayuntamiento«, indican las mismas fuentes, que admiten que las relaciones entre el exalcalde y el secretario provincial del PSOE, Juan Luis Gordo, se han enfriado después de la bronca que tuvieron ambos.