La tristeza y la impotencia fueron ayer de la mano en el primer aniversario de la tragedia que asoló Haití en forma de terremoto. Pena por el cuarto de millón de personas que fueron tragadas por la tierra, y rabia porque las ayudas no terminan de llegar, porque los generosos países ricos incumplieron su palabra -salvo excepciones, como la española-, porque el cólera sigue causando estragos y, sobre todo, porque existe un vacío de poder y un Gobierno muy débil y transitorio en el que no se confía, debido a la tradicional corrupción que, históricamente, le ha ido acompañando.
Así, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Navi Pillay, expresó su preocupación por la complicada situación humanitaria que todavía viven los habitantes de este país caribeño.
A pesar de que reconoció la existencia de algunos avances, Pillay indicó que éstos siguen siendo insuficientes ante las urgentes necesidades básicas que los haitianos todavía no han visto cubiertas. De hecho, mencionó algunos de los problemas humanitarios que requieren una rápida solución.
«El acceso actual a una vivienda adecuada, al agua, la educación y la sanidad sigue estando por debajo de los niveles aceptables», sostuvo la dirigente, quien instó a «diseñar un plan a largo plazo desarrollado por el Gobierno con el apoyo internacional que proporcione soluciones duraderas».
La Alta Comisionada hizo hincapié en los problemas de alojamiento, ya que, según los últimos datos divulgados por la organización internacional, unas 810.000 personas viven todavía en los 1.150 campamentos que se instalaron tras el terremoto, una cifra menor que el pico de 1,5 millones del pasado mes de julio, pero todavía preocupante.
Por otra parte, la inestabilidad política y la incertidumbre sobre la formación de un nuevo Ejecutivo siguen haciendo temblar los cimientos del Estado más pobre de Latinoamérica.
Casi dos meses después de la celebración de la primera vuelta electoral, en la que los haitianos acudieron a votar en plena epidemia de cólera, los enfrentamientos callejeros y las revueltas populares han dado paso, de nuevo, a la duda y el escepticismo.
A la espera de que la Organización de Estados Americanos (OEA) entregue al actual presidente de Haití, René Préval, el informe final sobre la verificación de los resultados de las urnas, lo único que parece claro entre los habitantes de Puerto Príncipe es que «el continuismo» no puede seguir arraigado en el país.
A esa afirmación contribuía la filtración a los medios de comunicación de las conclusiones de la OEA, en las que al parecer recomienda a las autoridades que otorguen el segundo lugar al cantante y candidato Michel Martelly, en detrimento del oficialista Jude Celestin.
Al otro lado del charco, el presidente del Parlamento Europeo (PE), Jerzy Buzek, advirtió de la situación «crítica» que vive la zona más castigada del planeta en décadas, y llamó a mantener la ayuda comunitaria a pesar de las dificultades para su distribución: «El desastre natural en Haití se ha convertido en un desastre humano».
«En algunos casos, las circunstancias sobre el terreno están incluso empeorando», advirtió el dirigente polaco, que mostró también su preocupación por los crímenes contra mujeres y niños.
Por otra parte, la OMS mostró su agradecimiento a las autoridades sanitarias de Haití y, sobre todo, a los profesionales que «con su experiencia e inventiva» han trabajado en la reconstrucción del país tras el terremoto de hace un año, «garantizando que sus habitantes tengan acceso a la asistencia, «incluso donde los establecimientos de salud todavía no han sido puestos de nuevo en pie».
España cumple.- La secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez, afirmó ayer que España es «uno de los pocos países que ha cumplido los compromisos adquiridos en Nueva York» para ayudar a Haití tras el terremoto del 12 de enero de 2010, donde prometió desembolsar 340 millones de euros, la mayoría para casas prefabricadas y redes de saneamiento. De éstos se han entregado 169.
Así, la dirigente socialista indicó que el comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Karel de Gucht, expresó en un informe que el Gobierno Zapatero «ha obtenido un cumplimiento de un 105 por ciento», sumando todo lo que ha desembolsado. En este sentido, Rodríguez aclaró que «una cosa es comprometer y otra cosa es desembolsar».
Por otra parte, según comentó la secretaria de Estado, España, el tercer país que más ha ayudado a Haití, está dispuesta a mantener su compromiso con esta causa humanitaria, y prevé donar más de 100 millones de euros para impulsar su reconstrucción.
