El presidente de Cuba, Raúl Castro, y la jerarquía católica de la isla han abierto un proceso de diálogo sobre los presos políticos, al término del cual la Iglesia aspira a que haya liberaciones, según reveló ayer el cardenal Jaime Ortega.
El general Castro mantuvo el 19 de mayo una reunión de más de cuatro horas con Ortega (también arzobispo de La Habana) y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la isla, Dionisio García, en la que conversaron sobre los reos entre otros temas.
En conferencia de prensa, Ortega explicó ayer que la situación de estos prisioneros, unos 200, «se está tratando seriamente» en las conversaciones con el Gobierno, dentro de un «proceso» que aún no ha finalizado. «No puedo adelantar conclusiones acerca de fechas concretas, de actuaciones concretas con respecto a los presos. Que el tema se está tratando seriamente sí lo puedo decir», afirmó.
El cardenal dijo que la «aspiración» de la Iglesia es que se produzcan liberaciones de presos políticos. Al ser preguntado por el caso concreto de los prisioneros enfermos dijo: «Lo esperamos».
Unas horas antes, el presidente de la Conferencia de Obispos Cubanos y arzobispo de Santiago de Cuba señaló que «se van a dar pasos» sobre los presos de conciencia.
La cita del 19 de mayo, al más alto nivel, confirma el papel de mediación de la jerarquía católica en Cuba ante el Ejecutivo de Raúl Castro para la liberación de prisioneros de conciencia, y la situación de los derechos humanos en la isla, entre otros temas internos.
El primer fruto de las gestiones de la Iglesia se desveló el 2 de mayo, cuando la mediación de Ortega permitió la reanudación de las marchas de las Damas de Blanco, familiares de opositores encarcelados en el 2003, tras semanas de ser acosadas y hostigadas por seguidores del oficialismo cubano.
Antes, el 19 de abril, Ortega defendió la excarcelación de los presos de conciencia, en una entrevista con la revista religiosa Palabra Nueva, donde habló de muchos temas «sensibles»: los disidentes, la crisis económica, las «limitaciones» del socialismo cubano e incluso la necesidad de diálogo con EEUU.
Varios frentes
Además de reunirse con el Gobierno, este mes representantes de la Iglesia lo han hecho también con sectores de la disidencia interna, singularmente con las Damas de Blanco y con el opositor Guillermo Fariñas, en huelga de hambre hace 86 días para pedir la excarcelación de reos enfermos. Pero la reunión con Raúl Castro -divulgada por los medios cubanos incluso con fotografías aunque con escueta información- representa, al menos, una nueva etapa, según surigió Ortega.
El propio cardenal definió el encuentro de «novedoso y distinto» y lo calificó como «un camino abierto con perspectiva y esperanza» y un «magnífico» inicio de conversaciones «que deben continuar en los próximos tiempos».
Ante los periodistas, Ortega quiso dejar muy claro que esta relación es entre el Gobierno y la Iglesia «de Cuba» y aclaró que las conversaciones no están relacionadas con la visita en junio del «canciller» del Vaticano, Dominique Mamberti, a la isla ni con cualquier otro factor internacional. «Ni esa visita (de Mamberti) ni ninguna cuestión anterior de tipo internacional va a ser lo que tenga alguna determinación en cualquier sendero que se tome en el futuro», destacó.
Para el arzobispo, la reunión con Castro supone también el «reconocimiento» del papel de la Iglesia cubana como «interlocutor» con el Gobierno y permite superar «agravios» ocurridos en el pasado.
Las gestiones de la Iglesia han suscitado diferentes reacciones entre la disidencia interna cubana. Grupos como las Damas de Blanco o el economista independiente Óscar Espinosa apoyan esa labor y otros expresan dudas sobre la eficacia de las conversaciones y desconfían de la disposición del Ejecutivo comunista.
