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La guerra de los controladores

por Redacción
25 de julio de 2010
en Nacional
El aeropuerto de El Prat ha sido el más perjudicado en la última semana como consecuencia de las bajas masivas de los controladores. / efe

El aeropuerto de El Prat ha sido el más perjudicado en la última semana como consecuencia de las bajas masivas de los controladores. / efe

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Llegó lo que más temían los controladores: el decreto ley que liberaliza parte de los servicios de navegación aérea y abrirá la posibilidad a que empresas privadas gestiones las torres de control. Que no los centros de control, que es una cuestión muy distinta.

Ocurre en otros países de nuestro entorno. Las torres, que controlan el despegue y aproximación de los aviones, estarán gestionadas por empresas a las que contratará Aena, y ellas aportan el personal cualificado para realizar esas operaciones. Esas empresas se ocupan de coordinar a los controladores, sus horas y planes de trabajo, y les pagan los salarios correspondientes.

Los centros de control, que analizan a los aviones en ruta, cuando se encuentran entre torre y torre, seguirán gestionados directamente por Aena. Lo que significa que parte de los controladores hoy en activo pasarán a trabajar con empresas de gestión, que aplicarán sus normas laborales. Sin duda, perderán parte de los derechos del convenio colectivo que firmaron hace tiempo con la Administración, y cuyo no cumplimiento -por parte de Fomento y por parte de los controladores, ambos se acusaron mutuamente- determinó la huelga encubierta de hace tres meses y la respuesta drástica del Ministerio de Fomento, con un decreto ley por el que los controladores pasaban a formar parte de la plantilla de Aena. Ahora, la proliferación de bajas médicas que ha provocado serios retrasos en la época de mayor tráfico aéreo del año, ha llevado al ministro José Blanco a presentar en el Consejo un nuevo decreto ley. Esta vez, para que las torres de control puedan ser gestionadas por empresas privadas, a las que contrata Aena a través de concursos públicos.

perdedores. Todo indica que los controladores han perdido la batalla. Habían perdido la de la comunicación y ahora también la laboral, porque se endurecerán sus condiciones de trabajo. De hecho, en los dos últimos días han solicitado el alta voluntaria varios controladores que se encontraban de baja médica, lo que en Fomento interpretan como una prueba de que la solicitud de baja respondía a una consigna de dejar los servicios en precario para forzar a Fomento y Aena a atender algunas de sus peticiones. La rumorología, a la que Fomento pone altavoces hasta el punto de que algún rumor se ha publicado como si fuera cierto, apunta a que varias bajas médicas las ha firmado el mismo profesional, que a su vez es pareja de una o un controlador. No ha podido demostrarse, lo único que se puede confirmar es que Fomento y Aena han enviado numerosa documentación a la Fiscalía para que investigue si se podía haber vulnerado la ley al dejar sin atender las torres y centros de control presentando certificados médicos amañados.

Por otra parte, en Fomento insisten en una tesis que ya expuso el ministro Blanco en su comparecencia parlamentaria: los dos exámenes más importantes que deben aprobar los controladores son el de inglés y un examen psicotécnico que demuestre que puede soportar la fuerte presión a la que estará sometido durante su trabajo, que obliga a prestar la máxima atención a las operaciones de navegación sin lugar para el cansancio o el estrés. El hecho de que varios controladores hayan presentado certificados de baja alegando estrés indicaría -esa es la tesis de Blanco- que no están capacitados para realizar su trabajo.

Otro punto que destacan en Fomento es que la Seguridad Social, cuando informa sobre bajas médicas, no ofrece datos sobre los motivos de la baja, pertenecen al ámbito privado del enfermo. «Y han sido ellos los que se han referido al estrés -cuenta un portavoz de Fomento- y han explicado que están sometidos a una fuerte presión. Si ellos lo dicen significa que a lo mejor no son las personas idóneas para realizar ese trabajo».

José Blanco advirtió que si continuaba el goteo de bajas médicas acudiría a controladores militares, y los sindicatos de los controladores civiles alertaron sobre los riesgos, pues existen diferencias entre el material y la tecnología que utilizan unos y otros. También para este punto tiene respuesta Fomento: «Los militares trabajarían en las torres, no en los centros de control. Y es cierto que la tecnología es distinta, pero también el lugar, el escenario, el habitáculo. De hecho, cuando un controlador civil es trasladado de una torre a otra, realiza unas prácticas de adaptación durante un tiempo para familiarizarse con los nuevos equipos. Que es exactamente lo mismo que sucedería ahora con los militares si finalmente tuviéramos que recurrir a ellos. Pero los militares cuentan con el mismo plan de formación y la misma certificación que los civiles, pueden operar con la misma eficacia que los civiles. De momento no están realizando esos cursos de adaptación, pero si persiste la situación quizá tengan que empezar la semana próxima».

Los controladores, por su parte, se sienten cargados de razón y esgrimen sus razones. Explica uno de ellos: «Se ha contado hasta la saciedad que con las horas extras se podía ganar un millón de euros al año. Creo que eso ocurrió con un compañero, uno, pero los demás no nos manejamos en esas cifras, ni en la mitad de la mitad. Desde que estamos gestionados por Aena han desaparecido las horas extras voluntarias, el que menos ha sufrido reducción de sueldo ha sido del 30 por ciento, algunos del 70 por ciento. Nos cambian de torre a criterio de la empresa sin tener en cuenta nuestra situación familiar, hasta el 20 de cada mes no nos entregan el programa del mes siguiente, con lo que no podemos planificar nuestra vida privada; hacemos en torno a diez turnos de mañana, diez de tarde y cinco de noche cada mes, nos pueden llamar el día que libramos y hay que presentarse inmediatamente en la torre, diez días antes de las vacaciones que habíamos programado nos avisan que no podemos cogerlas … y lo peor de todo, lo peor, es que han transmitido una imagen de la opinión pública que nos ha convertido en personas malditas, aprovechadas, irresponsables, codiciosas y endogámicas. Y que se diga bien alto: no estamos en huelga. En las semanas de verano siempre se producen retrasos por el incremento de vuelos y pasajeros. Y si no nos creen, que pregunten en Francia, Italia o Alemania. No estamos en huelga».

Dos planteamientos, dos versiones, dos realidades. Y los españoles que preparan sus vacaciones, con el agua al cuello porque no saben a qué hora van a salir o si podrán llegar a tiempo al enlace previsto.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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