Si España quería tranquilidad en su cuartel general en el Mundial, la encontrará: Curitiba recibió ayer a la actual campeona del mundo en un clima frío y gris, y no solo por las nubes que cubren el cielo en la lluviosa ciudad.
Nada parecía anunciar la llegada del equipo de Vicente del Bosque. Más aún: resultó difícil encontrar señales, banderas, camisetas o cánticos, que reflejaran que es una de las sedes del torneo.
En la única muestra de exaltación registrada estos días, unos 500 hinchas acudieron al aeropuerto con la esperanza de ver a los jugadores, pero éstos renunciaron a cualquier contacto. Desde la propia pista de aterrizaje, montaron en un autobús y se dirigieron a su residencia. El equipo dormirá y se entrenará en un lugar fastuoso que contrasta con el entorno en el que se ubica. Delante tiene un desordenado garaje de camiones. Detrás, uno de los distritos más pobres de la ciudad.
El centro de entrenamiento incluye ocho campos de fútbol, dos restaurantes, dos hoteles, piscinas climatizadas, canchas de tenis, salón de recreo y muchas cosas más. Un oasis artificial dentro de un embarrado páramo natural.
Lo que no podrán hacer los españoles será salir a pasear por los exteriores del lugar. Lo siguiente al garaje de camiones es una autopista. Y a sus espaldas queda una barriada de 20.000 habitantes con apenas un 13 por ciento de caminos asfaltados.
Muy diferente todo si se compara con lo ocurrido hace cuatro años en la pequeña ciudad sudafricana de Potchefstroom, donde los españoles fueron recibidos con orgullo por sus habitantes.
Tampoco ayuda a mejorar el tiempo. A 1.000 metros sobre el nivel del mar, Curitiba es la urbe más fría del país y una de las más lluviosas. Al menos, la vigente campeona del mundo sí tendrá garantizado algo que siempre persigue: el anonimato.
