En julio de 2007 una noticia conmocionó la ciudad. Dos atracadores habían robado 18.200 euros en el Ventorro San Pedro Avanto, en la proximidad de la alameda de la Fuencisla, y habían maniatado y encerrado en un almacén del edificio a dos de los empleados.
Los presuntos atracadores, así como una posible cómplice, exempleada del establecimiento de hostelería, fueron detenidos a finales de ese mes tras una investigación que la Subdelegación del Gobierno calificó como “un eficaz trabajo realizado por el cuerpo de Policía”.
Los tres detenidos fueron juzgados ayer en la Audiencia Provincial y la fiscal pidió para ellos, entre otras penas, 9 años de prisión para los dos varones, al considerar que ambos son autores de un delito de robo con violencia e intimidación y de otro de detención ilegal.
El abogado de la acusación particular solicitó penas similares, mientras que los abogados defensores pidieron la libre absolución para los tres presuntos delincuentes, al considerar que no está probada su participación en el atraco.
relato Siguiendo el relato del ministerio público, la acusada, M. A. G. M., quien había trabajado como camarera del mesón hasta el 30 de junio, fue quien informó a su pareja sentimental, J. L. G. C. y a su compañero de piso, C. P. L., del horario habitual de cierre del establecimiento, así como del lugar donde se encontraba la caja fuerte con el dinero y qué días había más recaudación. De esta manera, los dos varones se personaron el sábado 8 de julio a las 2.10 horas en el Ventorro San Pedro Avanto y uno de ellos llamó a la puerta y se hizo pasar por uno de los camareros diciendo que le dejaran entrar porque había olvidado algo.
En el interior se encontraban en ese momento el encargado del mesón y un cocinero, a los que golpearon y dieron patadas dos individuos que llevaban la cara oculta con pasamontañas. Además, uno portaba una pistola semiautomática.
Mientras uno de los atracadores permanecía en la puerta para vigilar, el otro amenazó con el arma a los empleados y les dijo que le acompañaran a la oficina, donde obligó al encargado a que abriera la caja fuerte, sustrayendo los 18.200 euros. Posteriormente se dirigieron a un almacén situado en la parte trasera, donde les ató con una cadena a unas estanterías, además de maniatarles con cinta adhesiva. Allí permanecieron alrededor de dos horas, hasta que fueron rescatados por efectivos de la Policía Local, Policía Nacional y Bomberos.
Los acusados negaron en sus declaraciones haber participado en los hechos y todos ellos aseguraron que no se encontraban en Segovia en el momento del atraco.
Pruebas Tanto la fiscal como el abogado de la acusación particular señalaron en sus informes “la debilidad de las coartadas” de los presuntos atracadores y la representante del ministerio público sostuvo que el único hecho probado es que C. P. L. estuvo el día 8 en un centro penitenciario madrileño a las 16.30 horas para visitar a su mujer, pero que pudo desplazarse después a Segovia. Tampoco dio validez a las coartadas de los otros dos. Sin embargo, considera que hay indicios suficientes que sitúan a los dos varones en el lugar del atraco esa noche, así como que conocían detalles sobre el establecimiento porque se lo había comunicado la exempleada juzgada.
Uno de los empleados retenidos declaró en el juicio que había reconocido la voz de uno de los atracadores como la del compañero de piso de la acusada, aunque no lo comunicó a la Policía hasta días después. Además, entre las pruebas aportadas por la investigación se encuentran escuchas telefónicas en las que, sin reconocer directamente su participación en el robo, los acusados sí llegaron a hablar del mismo y de la posibilidad de estar vigilados por guardias.
Otras pruebas son una pistola presuntamente utilizada en el atraco y que fue encontrada en el buzón de correos de la vivienda de uno de los detenidos, la huella de una zapatilla deportiva, que coincide con la marca y número de las que usaba el presunto atracador y un rollo de cinta adhesiva del mismo tipo que la empleada para maniatar a los empleados retenidos en el almacén.
“Yo no he sido porque estaba cometiendo otro delito en Madrid”.- Al final de la vista oral uno de los acusados, C. P. L., aseguró que él no puede ser el autor del atraco “porque en ese momento estaba cometiendo otro delito en Madrid”. Antes había manifestado que estuvo visitando a su mujer en un centro penitenciario madrileño, que después estuvo con unos amigos y se quedó a dormir en la casa de sus suegros en Alcorcón. Su madre política, que en la fase de instrucción testificó que en aquella época el yerno se quedaba a dormir en su domicilio los fines de semana, no compareció ayer en el juicio, argumentando que se encontraba enferma. Por su parte, J. L. G. C dijo que se le había perjudicado en la investigación, llegando a perder su trabajo cuando fue detenido y, al igual que su compañera sentimental, mantuvo que en el momento del atraco estaba fuera de Segovia.
El defensor de esta pareja, al inicio de la vista oral hizo referencia a una cuestión previa por vulneración de los derechos fundamentales, aunque el presidente del tribunal le recordó que ya había sido resuelta por la Audiencia con anterioridad. El letrado reiteró en su informe que debe prevalecer la presunción de inocencia y que la investigación policial se basó en un prejuicio —“Como son delincuentes, han tenido que ser ellos”, relató— ya que los tres acusados tienen antecedentes.
En su argumentación indicó lo que considera contradicciones en las declaraciones de testigos y puso en duda el valor como prueba de una bolsa que fue remitida a la policía días después por los responsables del mesón.
El letrado de C. P. L. habló de falta de pruebas de cargo para solicitar la absolución de su defendido. Restó valor a las conversaciones de las escuchas telefónicas “porque el atraco se comentaba en toda Segovia”, así como a los testimonios de los testigos, especialmente el del empleado que reconoció la voz del presunto atracador “porque es raro que no lo dijera antes”.
