Vecinos y visitantes disfrutaron de la tradicional matanza de Duruelo, que este año cumplió su décimosexta edición. La jornada dio comienzo con el deshuese de los tres cerdos que luego se iban compartir. Otra cuadrilla de vecinos se dedicaron a preparar la plaza con una base de arena para posteriormente hacer el fuego, con la leña que meses atrás se había cortado, a fin de que estuviese lo más seca posible y así igualmente poder tener las máximas brasas posibles. Tres horas después las mujeres empezaron a preparar los trípodes para colocar las sartenes y calentar el aceite, para hacer los tan codiciados torreznos; con los cuales una vez fritos se empiezan a repartir y sofocar ese primer momento de apetito, y que también sirvió de almuerzo para los deshuesadores; a ese mismo tiempo se empieza a delimitar la plaza y la zona de la hoguera, con mesas, tableros, etc, que servirán de mostrador, tanto para repartir, como para la comida.
El tiempo no fue impedimento alguno, a pesar de los presagios de lluvia, e incluso de hasta nieve, para que todo el mundo que deseó pasar un día de convivencia, vecindad, y como no, hacer nuevas amistades, se desplazara la tradicional matanza popular.
Los asistentes superaron con creces las tres decenas; circunstancia esta que no causó ningún problema, lo que hubo se repartió, que no fue poco, todo ello con el fin de que nadie se quedase sin probar tan deliciosos manjares. Todos los asistentes comieron torreznos, carne, chorizo, panceta, pan, y bebieron vino, cerveza, refrescos de cola, de naranja, limón, etc. El día transcurrió en buen ambiente y armonía, pero había que dejar fuerzas para la noche, pues después venían los “Romanos” al Carnaval.