Su presencia en Segovia responde a sus interesantes análsis sobre educación ¿Qué tiene para que cada Gobierno intente imponer un modelo?
Mi idea es que España, Castilla y León o Segovia, serán lo que sea su educación. Por eso nos hacen falta nuevos modelos que nos saquen de la crisis, se necesita un nuevo modelo de educación. Necesitaremos cultura, ciencia educación, investigación… Es preciso poner la educación en el centro de una sociedad sostenible porque es un elemento vertebral del país. Y para eso es indispensable tener estabilidad; estabilidad política, de objetivos, de financiación, y también legislativa. Es importante que pensemos en generaciones y no en la inmediatez de las cosas. Eso se logra con consenso. Es preciso hacer de la educación un asunto de Estado. Hay que anteponer ese bienestar del país ante que cualquier otro legítimo interés particular. Por eso espero y deseo que seamos capaces de llegar a un acuerdo educativo para la educación.
Usted estuvo a punto de lograr ese pacto cuando fue ministro. Pero se truncó ¿es cierto?
Era un acuerdo además con todos los agentes sociales, con la comunidad educativa, familias, profesores, estudiantes, cooperativistas… el acuerdo tenía un gran alcance porque solo supone estabilidad cuando tiene esa dimensión. También es cierto que estábamos en el último momento de la legislatura y venían enseguida las elecciones; eso complicaba la situación. Ahora no estoy para aconsejar, pero pienso que es mejor intentar los acuerdos de Estado al comienzo de las legislaturas.
¿Cómo se puede conjugar ese espíritu con una competencia transferencia a las comunidades autónomas?
Eso es importante porque es verdad que la transferencia de la educación a las comunidades conlleva que también debe haber un pacto interterritorial. La conferencia interterritorial es decisiva: es el principio de la solidaridad recogido en la Constitución. Indica que debe haber programas de transferencia de recursos. Que nadie por vivir en un terreno u otro tenga derechos diferentes. Creo que el pacto educativo debe ser territorial. Si es un pacto de Estado hay que hablar con los consejeros, hacer programas conjuntos, de libros de texto, de adquisición de idiomas, atención a la diversidad….
De ganar las elecciones el PSOE se apunta a que repetiría como ministro. ¿Es compatible ser ministro con estar de portavoz en la Asamblea de Madrid o dejaría el cargo?
Yo no estoy en la tesitura de ser ministro o ministrable. Estoy entregado a Madrid en mi tarea de portavoz en la Asamblea. Por eso estoy en otro horizonte. Lo que hago es colaborar en un equipo para buscar consensos, ideas, aglutinar fuerzas… pero no estoy en ninguna otra cosa. En todo caso un puesto como ese sería incompatible claramente.
Se le recuerda a usted especialmente por su etapa como ministro de Educación. Iba como independiente en las listas del PSOE. ¿Sigue siendo independiente también o se ha afiliado?
Sigo siendo independiente. Yo no soy miembro del PSOE. Respeto a quienes lo son y admiro a quien se identifica con unas ideas siendo militante. Pero no es mi intención serlo. Tengo ya una edad [67 años] como para haber elegido los caminos para participar en la acción pública. Sí es cierto que tengo un compromiso con la sociedad. He dicho alguna vez que ser independiente no es ser indiferente pero estoy comprometido con un proyecto.
Uno de los asuntos que ahora está de actualidad es el papel de la religión en la educación, dada la variedad de creencias que existen en España. ¿Qué importancia le da usted?
Es un asunto relevante. Vivimos en un estado aconfesional y no soy partidario de sancionar ni dificultar a nadie por tener unas convicciones o creencias. Respeto a todos y la libertad de conciencia. Eso está en el corazón de lo que se entendía por laicismo o laicidad, que no debe significar anticlericalismo, sino respeto. Por eso defendemos que la religión no sea asignatura evaluable y que esté fuera del horario escolar. Defendemos la asignatura Educación para la Ciudadanía. Esto no significa que no se puedan buscar fórmulas para estudiar el hecho religioso, o abrir espacios para concebir una sociedad plural. Lo que está claro es que hemos de respetar las creencias de cada uno, las apuestas personales, y no convertir ningún espacio en lugar de persecución. Pero no hacer de la religión una asignatura evaluable para el curriculum personal.
