Si fuera posible extrapolar las cifras de la Unión Europea, 15 de cada 100 segovianos integrarían la población de personas con algún tipo de discapacidad; de manera que algo más de 25.000 segovianos se verían afectados por algún tipo de patología que limita sus posibilidades de desarrollar una vida normal. Si a las limitaciones que padecen por sus particulares circunstancias físicas se les añaden los duros embates de la crisis económica en forma de recortes en ayudas y prestaciones, el panorama no es especialmente halagueño, y así lo dejaron claro las miles de personas que se dieron cita ayer en Madrid para expresar su protesta por estos recortes en una multitudinaria manifestación.
Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, las asociaciones que dedican su tiempo a la atención a este colectivo han sumado sus voces para denunciar las «nuevas barreras» que la crisis y los recortes les están afectando directamente.
En Segovia, la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER) ha hecho pública su preocupación por el deterioro creciente de la atención a la discapacidad, que multiplica las carencias ya existentes. Dolores Grande, presidenta de FRATER-Segovia asegura que la crisis «es para todos, pero de forma un poco más especial paraa las personas que padecemos algún tipo de discapacidad». «Los recortes en las ayudas a la dependencia hacen que la gente se vea más afectada y que no vea una salida clara para su futuro -explicó la presidenta-, y se dan casos de personas que han visto recortadas sus asignaciones hasta los 30 euros mensuales, cantidad absolutamente imposible para poder hacer nada si no se cuentan con otros recursos».
La propia gestión de la asociación también se ve perjudicada por los recortes, ya que la reducción de las ayudas institucionales obligará a FRATER a realizar «encaje de bolillos» para cuadrar las cuentas que permitan desarrollar su diaria actividad. Las asignaciones mensuales de los cerca de 80 socios que tienen en Segovia resultan insuficientes para el mantenimiento de los gastos corrientes tanto de la sede como del piso tutelado ubicado en el corazón del barrio de El Salvador, aunque la presidenta manifestó que su tarea será «ajustarnos a lo que haya».
Aunque la crisis ha solapado otras reivindicaciones del colectivo de discapacitados, el hecho cierto es que hay problemas endémicos que siguen sin resolverse, aunque haya aumentado la sensibilización social. Así, las barreras arquitectónicas siguen siendo el principal escollo que permite la normalización en la vida cotidiana de las personas con discapacidad. Aceras sin rebajes o con bordillos demasiado altos para ser salvados por sillas de ruedas; establecimientos sin entradas adaptadas, edificios públicos sin accesos para minusválidos… son algunas de las rémoras que aún padecen los discapacitados en Segovia, aunque FRATER mantiene enarbolada la bandera reivindicativa para mejorar estos espacios en la capital.
Hace algunos años, la acción de esta asociación hizo posible que algunos templos de la capital modificaran sus accesos para permitir la entrada a la iglesia a los minusválidos, y ahora la actividad se centrará en la elaboración de una guía de comercios y lugares adaptados en la capital que se facilitará a los minusválidos para que puedan elaborar su propio mapa de establecimientos a los que recurrir.
Dolores Grande explicó que esta guía recogerá cerca de un centenar de comercios y establecimientos de toda índole, desde tiendas de ropa a bares, pasando por cines, supermercados y otros cotidianos, y aunque aún no se ha decidido el formato en el que será publicada, las nuevas tecnologías tendrán mucho que ver en su distribución y difusión, según explicó la presidenta de FRATER.
Cerca de los arquitectos
Aunque la relación que FRATER mantiene con las instituciones es “razonablemente buena”, el colectivo de discapacitados se pone como asignatura pendiente mejorar los nexos de unión con los profesionales de la arquitectura, para así trasladarles directamente sus inquietudes y sugerencias sobre la forma de salvar las barreras arquitectónicas. Dolores Grande aseguró que el diálogo con los arquitectos mejorará sensiblemente la “sensibilización” de los profesionales hacia esta problemática y hará posible evitar situaciones “de las que nadie está exento, porque todos podemos sufrir una discapacidad”.
