Esteban Ramírez es uno de los integrantes que más años lleva en la Asociación de Cortadores de Valsaín, y que el domingo realizaron la exhibición de corta de troncos vertical y horizontal en la Plaza de los Dolores.
La asociación es producto de la tradición de la corta de árboles en Valsaín e igual de antigua. Al principio empezó como retos entre vecinos con pruebas de velocidad y pericia, para hace unos años convertirse en una actividad que enseñaba un arte tan antiguo como el manejo del hacha a la hora de cortar los troncos.
Como en casi todos los campos, el presente se ha profesionalizado respecto al pasado. Ahora las herramientas (especialmente hachas) son traídas desde Australia y otros lugares especializados en la fabricación de estos útiles.
Según nos cuenta Esteban Ramírez, «la corta de troncos en la zona de la sierra se ha realizado siempre desde abajo», aunque en las exhibiciones José Ángel Toledano, otro experto cortador, muestra como se hace a la forma australiana que consta de subir a través de niveles y cortar la parte de arriba del tronco, Toledano cuenta con el record de corte horizontal con 19 segundos en la
actualidad.
Ramírez comenta que el principal empuje para crear la organización fue «evitar que una de nuestras tradiciones cayera en el olvido y se perdiese para siempre», ya que aunque «en la actualidad las motosierras hacen el trabajo de forma más eficaz, no se debe perder una costumbre arraigada en el pueblo».
El principal encuentro entre cortadores en nuestra comunidad se celebra en la Plaza de Toros de Valsaín, donde según el Ramírez «se acercan todos los cortadores de la región», ya que la mayoría de cortadores profesionales de España están repartidos entre Castilla y León y el País Vasco.
El cortador cuenta que los inicios en esta actividad es «muy duro», pero «algunos chavales desde muy jóvenes quieren seguir la tradición». Los aprendices empiezan desde muy pequeños, con 10 o 12 años, aunque Ramírez afirma que comenzó con más de 30 años, por lo que no hay ningún patrón definido.
Otra de las variables de esta actividad es la peligrosidad, debido en especial al filo de las grandes hachas que portan los leñadores. El veterano cortador afirma que los sustos y los cortes pequeños son constantes durante las competiciones, sin ir más lejos el propio leñador perdió un dedo en uno de sus pies. En la actualidad, se protegen las extremidades inferiores hasta la altura de las rodillas con una malla que recuerda a las antiguas armaduras medievales para evitar que el hacha corte la zona de impacto. «En nuestra asociación los sustos son frecuentes, pero no hemos tenido ningún incidente grave», aunque reconoce recordar algunos casos como el de un leñador soriano que se «abrió el pie por la mitad en el transcurso de una competición», aunque accidentes tan graves “no suelen ser frecuentes y menos entre profesionales de la corta”.