Un día después del presunto ataque con armas químicas efectuado por el Ejército sirio sobre la capital de la nación, en el que la oposición al régimen de Bachar al Asad denunció la muerte de más de 1.300 personas, la comunidad internacional cargó ayer contra el Gobierno del país árabe por el uso de gas venenoso en sus bombardeos. Así, varios son los países que reclaman una postura más firme con el Ejecutivo asiático, exigiendo, incluso, a Naciones Unidas que se endurezcan las sanciones contra Damasco.
Uno de las naciones más estrictas fue Francia, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, pidió a la ONU una respuesta «de fuerza». Eso sí, excluyó la posibilidad de intervenir por tierra, ya que, según indicó, «hay formas de contratacar».
Por su parte, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, consultó con la oposición siria y con aliados internacionales las noticias sobre el uso de armas químicas por parte de las tropas gubernamentales, una información que, de confirmarse, constituiría una «escandalosa y flagrante escalada» en el conflicto.
Asimismo, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, pidió la inmediata investigación del presunto ataque contra la periferia de Damasco. «Estos hechos deben ser analizados sin dilaciones», aseveró un portavoz del organismo, que agregó que la institución ya ha mandado una solicitud al Gobierno de Al Asad para iniciar las pesquisas. Además, el Reino Unido y otros 36 países firmaron una carta demandando acceso para los inspectores internacionales como «una cuestión urgente».
Mientras, un portavoz rebelde aseguró que todavía se siguen encontrando cuerpos de víctimas del presunto bombardeo químico. «Esperamos que el número de fallecidos aumente, porque acabamos de descubrir un barrio en Zamalka en el que hay casas llenas de personas muertas», indicó Jaled Saleh, de la opositora Coalición Nacional Siria.
Por otro lado, un informe de Unicef alertó de que un millón de niños están huyendo de la guerra civil, una cifra que la institución describió como «un hito vergonzoso». «Hablamos de niños que fueron arrancados de sus hogares, quizá de sus familias. Enfrentan horrores que no podemos siquiera imaginar», explicó el organismo.