El profesor Andrew Aoki es un estadounidense de tercera generación que dicta clases de ciencia política en la prestigiosa Universidad Augsburg, en Minnesota, pero al menos una vez por año un estudiante le pregunta dónde aprendió inglés.
Para Aoki, este tipo de cuestiones refleja la paradoja de la comunidad asiático-estadounidense. A pesar de representar un modelo envidiable de éxito e integración en la sociedad norteamericana, los orientales en general son vistos como extraños y han titubeado a la hora de aprovechar la fuerza política que provocarían sus números.
La situación está cambiando, y este colectivo está dispuesto a jugar un rol crucial en estados clave como Virginia, Nevada o, incluso, Florida, que podría generar un viraje en las elecciones de noviembre, predice Aoki. O como aseguró el congresista Mike Honde, vicepresidente del Comité Nacional Demócrata: «Una comunidad marginalizada se ha convertido en el margen de la victoria».
Éstas serían buenas noticias para Barack Obama, que está enfrascado en una ajustada carrera con el aspirante republicano, Mitt Romney, y al que solo aventaja en un punto, según las últimas encuestas. Según Aoki, la mayoría de los miembros de su comunidad apoya a los demócratas por razones históricas y sociales.
«Muchos asiático-estadounidenses crecieron durante los años de prosperidad de la era Clinton», explica. «Otro factor podría ser que tenemos un nivel bastante bajo de religiosidad y tendemos a ver que hay más republicanos entre la gente que asiste a la iglesia», añade.
La educación e ingresos por encima del promedio de este colectivo también encajan con las tendencias generales del voto progresista, y la diversidad de la composición del Partido Demócrata favorece esa asociación. «Eso se ha vuelto muy importante, en particular en los últimos años, en los que los republicanos han encarado una cruzada antiinmigrantes», agrega.
La visión política de línea muy dura de los republicanos sobre la extranjería ha sido considerada generalmente como un motivo de distanciamiento para el importante voto hispano, pero las implicaciones a largo plazo de alejar a los asiático-estadounidenses podrían ser igual de graves.
Las últimas cifras de los censos revelan que esa comunidad representa la minoría de mayor crecimiento. Su población aumentó un 41 por ciento en todo el país entre 2000 y 2011, pero a tasas más altas en nueve de los 11 estados que posiblemente resulten disputados en los comicios. En Virginia representan un 5,89 por ciento de la ciudadanía, mientras que en Nevada alcanzan el 8,4 por ciento.
Si a todo esto se suma un estudio reciente de tres grupos de apoyo a los asiático-estadounidenses, Romney podría tener un gran problema en noviembre.
Los sondeos revelan que este colectivo se identifica más como demócrata que como republicano en una proporción de más de tres a uno. Un 73 por ciento tiene una impresión favorable sobre Obama, mientras que un 27 por ciento piensa lo mismo sobre Romney.
Las diferencias son igual de marcadas en los temas particulares, en los que este colectivo califica a los izquierdistas con una valoración de entre tres a cuatro veces superior que la que reciben los conservadores en asuntos como salud, defensa de la clase media, trato igualitario a todos los estadounidenses, valores compartidos, educación e inmigración.
