El barrio de San Lorenzo prepara estos días con mucho cariño la celebración de la XIII Caminata de San Lorenzo con la que el grupo de acción misionera de su parroquia pretende recaudar dinero destinado a proyectos de escolarización de niños en las Misiones de La Pradera (Caracas-Venezuela) y Dete (Zimbabwe). La responsable del grupo, la hermana vedruna Natividad Ruiz, explica en esta entrevista los detalles de esa Marcha y su experiencia en catástrofes como el terremoto de Haití donde se le llegó “a tambalear la fe”.
¿Son unos días bonitos estos anteriores a la Caminata, para todo el barrio de San Lorenzo?
Venimos con gran ilusión desde hace un par de meses, porque el grupo que lo organiza lo vive, y lo que se vive, se transmite. Es también un grupo que vive la fe. No hacemos las cosas porque sí. Es un grupo que está dentro de la comunidad cristiana, y desde ahí lo hacemos todo con mucho entusiasmo.
¿Cuándo surge el Grupo de Acción Misionera y cuál ha sido su trayectoria?
La Caminata lleva trece años y el Grupo lleva funcionando 16 años. Fue a raíz del huracán Mitch de Honduras. Estuve allí presente y al volver pensamos que sería bueno que hubiera un sentido misionero dentro de la Iglesia, no solo en momentos puntuales.
¿Cómo surge la idea de organizar la primera Caminata?
Hacíamos un rastrillo, que estaba bien; pero algunos miembros del grupo pensaron que sería bueno organizar una Caminata, porque nos podríamos comunicar en el recorrido. Tenemos que pensar además en qué es un misionero, que tiene la marca del zapato que va dejando en el camino.
¿El Grupo de Acción Misionera no solo organiza la Caminata y el Rastrillo, sino que se acerca a distintos colegios para explicar la labor de los misioneros?
Hace dos años iniciamos ese trabajo, porque vino gente de Madrid, preparada como misioneros, a hacer esa sensibilización. Llevamos años haciendo también la infancia misionera en el colegio Martín Chico, en la que participan también niños de otros colegios dentro de lo que llamamos «La Santa Infancia». Es un encuentro como de setenta niños. Cada país tiene un mensaje, y luego compartimos entre todos la merienda.
Quisieron ligarse con alguna misión y buscaron que hubiera alguna conexión segoviana
En la Pradera de Caracas están las Misioneras de Acción Parroquial, cuya sede está en Carbonero, y a las que se conoce como Carboneras. Hicimos un análisis de la realidad de los misioneros nativos de Segovia. Nos fuimos a misiones en el Obispado e Isaac nos proporcionó la información necesaria. Vimos que era muy importante que fuera una misión de parroquia, para que fuera gemela a la parroquia de San Lorenzo, y vimos que era muy bonito desde la sencillez. Fuimos conociendo el carisma que tenían esas religiosas y la necesidad que tenían de hacer un hogar para los niños de la calle. Eso nos gustó, pero entendimos la importancia de ir a conocerlo, y fue muy gratificante. Comprobamos que había merecido la pena que todo Segovia y todo el barrio de San Lorenzo estuvieran hermanados con esa misión.
Son niños venezolanos abandonados con sus padres a los que se les escolariza
Al ser escolarizados esos niños tienen la posibilidad de pasar a otros colegios, a los que van con un nivel muy alto. En nuestra última visita conocimos a una chica que había pasado por el colegio y que estaba ya en la Universidad, y que daba gracias a Segovia por haberle permitido esa oportunidad, pero somos nosotros quienes tenemos que darle las gracias porque fue ella quien quiso hacerlo. Hay también maestras que están trabajando dentro del mismo centro, que estudiaron en la Misión de la Pradera.
El segundo proyecto con el que están hermanados es Dete (Zimbabwe)
Allí estamos apoyando también un centro de ancianos, pues el final de la vida allí para las personas mayores es acabar en la calle. Y también otro colegio al que los niños llegan tras andar cuatro o cinco kilómetros descalzos. Algunos tienen zapatillas, pero no las utilizan para no destrozarlas. También les damos una comida diaria, porque si no se come no se puede estudiar.
También ayudan desde la parroquia de San Lorenzo a Haití
Sí, también estamos sensibilizados con ese país a nivel económico y a nivel personal, porque ha ido Jorge dos años, Bea, que es una enfermera y Olga, que es médica; y dos maestras que son de Madrid, pero que han ido representando a Segovia. Han estado para apoyar el campamento y a familias, y a hacer labor sanitaria en plena calle.
Allí, en Haití, colaboraron en la construcción de un colegio
Sí, se ha hecho un centro de primaria, con su comedor y su agua potable. Hay 300 niños, más otro comedor para niños desnutridos. Este año queremos volver a allí en agosto para dar continuidad a nuestro campamento
Usted ha estado ya en alguna ocasión en Haití
Mi primera visita fue muy fuerte. Era una impotencia muy grande la que tenías. Veíamos cadáveres aún en las calles. No tenían ni agua, tenían que beber en el mismo sitio que los animales. Pisamos el suelo, lloramos, y luego disfrutamos y reímos con ellos.
Cuando llegué allí se me tambaleó la fe. Me vinieron muchos porqués, pero ellos me lo aclararon diciéndome que: «Dios es grande para nosotros, no sufra hermana, porque hay que encontrar a Dios en esto, porque Dios también llora con nosotros y goza con nosotros». Así que pensé que no debía hacerme un Dios para mí, sino que es el mismo, el de ayer y el de hoy.
Haití está roto. No es un barrio. Cuando estuve en Honduras eran zonas más pequeñas, pero en Haití estaba todo el país afectado. En Puerto Príncipe para andar tenías que ir por escombros, y con unas mascarillas, porque había muchos cadáveres entre las ruinas.
¿Están notando la crisis a la hora de organizar este año la Caminata y el Rastrillo?
Las rifas las hemos vendido enseguida. La gente está aportando cosas para el rastrillo. Contamos con la crisis, pero como digo: «la viuda dio lo que tenía». Así que el que dé cincuenta céntimos o un euro, es lo que vale.
¿No se exige mucho para participar en la Caminata?
Hay una inscripción libre y un recorrido muy bonito. Nos dirigimos al barrio del Sotillo, y pasamos por La Lastrilla y Zamarramala. Es una Caminata de jóvenes y niños, pues van muchos empujando el carrito de su bebé. Regresan contentos. Sí que esperamos algo más de participación que otros años, sobre todo uno de nuestros miembros: Fernando Serrano.
