La integración social de las personas que llegan a los países occidentales huyendo del horror de la guerra y del terrorismo en países como Siria garantiza la mejor atención posible, así como el hecho de dotar de seguridad a los países de acogida. Esta es una de las conclusiones del seminario «La crisis de los refugiados y sus implicaciones humanitarias» que tuvo lugar en el Campus María Zambrano de la Uva organizado por Cruz Roja y la entidad universitaria, en el que destacados expertos internacionales expusieron sus puntos de vista sobre la crisis humanitaria que ocupa y preocupa a la Unión Europea.
José Javier Sánchez Espinosa, subdirector de Intervención Social y responsable de Migrantes de Cruz Roja Española, expuso las claves del trabajo de esta organización en lo referido a los refugiados y solicitantes de asilo, y recordó que Cruz Roja atendió en España a más de 20.000 personas ubicadas en esta situación. Así, manifestó que la clave para la atención a los refugiados es «tener la mente puesta en la integración, de manera que después de los 18 meses de apoyo que les ofrecemos a su llegada, puedan tener sus propios medios y formar parte de la sociedad española».
Quiso también despejar dudas sobre las motivaciones que llevan a los refugiados a huir de su país, y aseguró que la práctica totalidad de ellos «sólo huyen de la guerra y el terrorismo, por lo tanto son víctimas y no causas, y como tal hay que tratarlas». Además, expresó su preocupación por el acuerdo firmado por la UE y Turquía para la acogida a los refugiados y puso en duda que respete «las necesidades individuales de los refugiados».
Entre los ponentes estuvo también el periodista Javier Monjas, enviado especial a varios conflictos bélicos, que denunció la «sobreprotección» de los refugiados a través de una información negativa que causa un rechazo y una desconfianza en la audiencia, algo que consideró » malo para las ONGs, para los refugiados, para los medios y para el público».
Monjas aseguró que la opinión pública y la opinión publicada están “totalmente divorciadas”, y puso como ejemplo la tendencia a calificar de “ultraderechista” a cualquiera que no comparta la idea dominante en los medios de “inmigración sin problemas”, lo que crea “unos rencores enormes en una audiencia que no es ultraderechista pero que no está de acuerdo”.
