«La catedral, como cualquier otro monumento es un organismo vivo». Con esta frase, el deán de la seo segoviana, Ángel García Rivilla resume de modo certero la filosofía que desde hace décadas mueve al cabildo catedralicio a la hora de afrontar los proyectos de mantenimiento, conservación y puesta en valor de uno de los monumentos más representativos de la ciudad. Sin separar el aspecto cultural del cultual, ambos unidos de forma indisoluble en cualquier monumento religioso, la catedral ha afrontado en los últimos tres lustros un ambicioso proyecto que, a buen seguro, servirá no sólo para defender los valores religiosos del primer templo de la diócesis, sino también para poner en valor sus importantísimos aspectos culturales y patrimoniales.
Enmarcado en esta filosofía, el pasado mes de octubre, el cabildo decidió abrir al público las visitas a la torre, conforme a un plan establecido en el que se permite el acceso a los visitantes hasta la zona del campanario.
La apertura de las visitas ha supuesto un éxito de participación, ya que durante este tiempo ya han sido más de 5.000 las personas que han visitado una de las zonas hasta la fecha menos conocidas del templo. García Rivilla aseguró que el cabildo está satisfecho porque «estamos logrando las expectativas», aunque precisó que la decisión de abrir la torre al público no se tomó únicamente conforme a criterios «mercantilistas».
«No podemos negar que la apertura supone un coste económico para el visitante -explicó- y que el cabildo ha tenido que contratar a dos personas cuyos salarios son asumidos por nosotros, pero lo más importante es que ahora podemos poner en valor una torre que hace siglos sirvió para regir la vida de la ciudad y cuyo verdadero valor no se ha podido visualizar hasta ahora».
La visita está planteada en grupos reducidos, de un máximo de 35 personas, que antes de emprender la ascensión de los 211 escalones que separan la base de la torre de la zona del campanario, los visitantes pueden ver un video de diez minutos de duración en el que se relata la historia de una torre que con sus cerca de 90 metros de altura llegó a ser en su momento la más alta de España. En el segundo nivel, la visita se detiene en la antigua vivienda en la que residía el campanero, con las estancias en las que vivía la familia y la dependencia desde la que manejaba las cuerdas para tañer las campanas. Posteriormente el último tramo de escaleras sitúa al visitante en el campanario, donde se disfruta de magníficas vistas de la ciudad y se puede comprobar la magnificencia de las diez campanas cuyo sonido se escuchaba en toda la ciudad.
Pero este organismo vivo que ve cómo se revitalizan algunos de sus miembros sufre también los achaques de un edificio de más de cinco siglos de existencia. Así, mientras se culminan las obras de acondicionamiento de las cubiertas de la nave central, un nuevo motivo de preocupación ha surgido en el cabildo por la aparición de grietas en la capilla del Santísimo Sacramento, detectadas en el entorno de la linterna que ilumina el altar mayor. Sobre este aspecto, García Rivilla manifestó que el Cabildo está ya manejando «dos o tres presupuestos» con otras tantas empresas para poder abordar las obras necesarias, y la intención es que puedan desarrollarse a lo largo del verano, coincidiendo con un periodo en el que el buen tiempo y la ausencia de lluvias puede adelantar los trabajos. El deán expresó su confianza en que la tramitación de las solicitudes pertinentes ante las administraciones pueda desarrollarse con agilidad, ya que la condición de monumento de la catedral «en ocasiones hace que la burocracia sea una verdadera penitencia» a la hora de plantear y proyectar las distintas obras.
