La comunidad internacional continúa moviéndose para que la guerra en Libia concluya cuanto antes y con los menores daños posibles. Así, en su primera reunión, el Grupo de Contacto sobre el conflicto no cerró ayer en Doha la puerta a la entrega de armas no ofensivas a los rebeldes, e insistió en la necesidad de que el líder Muamar el Gadafi renuncie.
«Compartimos el punto de vista de la resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que no prohíbe el suministro de recursos para la defensa propia», afirmó el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini.
El dirigente, que intervino en la conferencia de prensa prevista junto a sus homólogos británico, William Hague, y qatarí, Hamad bin Yasim bin Yaber al Zani, señaló que esta medida estaría «institucional y moralmente» justificada, porque «Gadafi está cambiando sus tácticas» para atacar a civiles.
«Como no podemos hacer ataques aéreos en las calles, en las plazas, en las zonas pobladas, etcétera, o bien hacemos posible que los libios se defiendan a sí mismos o, en el fondo, nos estamos retirando de nuestra obligación de apoyarles».
Esta necesidad de protección de los civiles y los rebeldes ocupó una gran parte de las discusiones de la reunión, pero se trataron más temas polémicos. Entre otros, la opción de aportar una financiación económica a los insurgentes.
El colectivo tomó la decisión de analizar con los opositores la creación de un mecanismo que permita gestionar la ayuda que el Consejo Nacional, el órgano político rebelde, necesita para ofrecer los servicios básicos en la parte del país que controla. En este sentido, cabe considerar como muy probable que los diversos implicados terminen aportando dinero para la causa.
Sobre este tema, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hizo un llamamiento para recaudar un total de 310 millones de dólares para respaldar a los libios, de los que, según él, solo se ha logrado todavía el 39%.
Como anfitrión de la reunión, Al Zani se encargó de leer el comunicado final de la misma, en el que el Grupo de Contacto insistió en que «es necesario que Gadafi renuncie para que el pueblo libio decida su futuro». Para que no hubiera dudas al respecto, los miembros manifestaron que el Consejo Nacional (CNTI), que «gobierna» temporalmente en las zonas sublevadas, «es el representante legítimo del pueblo».
El papel de España
España no quiso quedarse atrás dentro del colectivo, y el Gobierno confirmó por medio de la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, que estará representado ante la dirección rebelde libia de Bengasi por un diplomático que hará las veces de «embajador». El elegido para la misión es José Riera, de 62 años y todo un veterano en diferentes labores diplomáticas.
Merece la pena destacar, por otro lado, que el Ejecutivo pedirá prorrogar dos meses más, hasta el 22 de junio, la participación patria en el operativo internacional auspiciado por la ONU para mantener la zona de exclusión aérea. La titular de Defensa, Carme Chacón, se reunirá hoy con los mandos del Estado Mayor y llevará el viernes una propuesta sobre este asunto al Consejo de Ministros.
En un clima de tensión dentro de la misión liderada por la OTAN, ya que ha habido críticas de Francia y el Reino Unido por una teórica falta de intensidad en los esfuerzos (Nicolas Sarkozy y David Cameron tuvieron un encuentro ayer en París para dialogar sobre la cuestión), los integrantes de la Alianza Atlántica analizarán hoy y mañana en Berlín cómo marchan las operaciones.
Con respecto a la jornada en el terreno libio, siguieron los combates entre los rebeldes, apoyados por la comunidad internacional, y los partidarios de Gadafi. Hubo bombardeos en numerosas ciudades, incluida Trípoli, y los enfrentamientos trajeron al menos siete víctimas en el bando del régimen.
