Desde que el padre Antonio Eximeno pronunciara el 16 de mayo de 1764 la oración con la que se abrió el primer curso del Colegio de Artillería en el Alcázar, el centro de enseñanza militar ha encomendado a su jefe de estudios la primera lección que los artilleros reciben al iniciar su formación como futuros oficiales y suboficiales del arma. Ayer, la Academia de Artillería recuperaba esta tradición en el patio de armas de la histórica fortaleza de la mano del coronel José Miguel de los Santos, que en su calidad de jefe de estudios del centro se dirigió a los alumnos para pronunciar la lección inaugural del curso 2012-2013, en un acto militar presidido por el director del centro, general Alfredo Sanz y Calabria.
La alocución del coronel De los Santos ante los alumnos de las 301 y 302 promociones de la Escala de oficiales y la trigésimo novena de la Escala de Suboficiales constituyó un completo tratado sobre el ejercicio del mando, que podría extrapolarse sin ninguna dificultad a cualquier estamento civil jerarquizado. En su intervención, el jefe de estudios se basó en las tradicionales virtudes cardinales -Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza- para transmitir a los alumnos del centro un catálogo de recomendaciones que a buen seguro les servirán para poder trabajar al frente de sus unidades con los valores que inculca la Academia de Artillería desde hace casi 250 años.
De los Santos señaló que la profesión militar «es tan peculiar que llega a exigir en un momento determinado no sólo entregar la propia vida al servicio de España, sino dirigir a nuestros subordinados a una muerte segura o muy probable, y en estas situaciones hay que dirigir desde una actuación permanentemente ejemplar y una sólida base moral».
Para ello, señaló que sus decisiones en el ejercicio del mando «deben vencer el temor y huir de la temeridad», y aseguró que «la indecisión por miedo a equivocarse es en la mayoría de las ocasiones mucho peor que una decisión errónea».
Invitó también a sus alumnos a ejercer un mando prudente, y aseguró que la prudencia «no es ser timorato, indeciso o tímido, sino adoptar decisiones basadas en el análisis y la justificación de los actos», y unió la prudencia a la templanza al solicitar que estas decisiones no tengan como motivación «ideas preconcebidas o surgidas de un momento de euforia o frustración».
En la lección, el coronel jefe de estudios dedicó varios de sus párrafos a glosar la importancia de un mando justo, y reconoció que la justicia «es una de las virtudes peor entendidas en nuestro Ejército«, al ser considerada únicamente como la corrección de los errores de los subordinados.
Sobre este aspecto, recomendó a los artilleros que «reconozcan los méritos o buenas actuaciones de sus subordinados cuando hayan existido, y sancionen cuando lo merezcan, pero siempre con moderación y proporción a los hechos y circunstancias que lo hayan motivado.
Actitudes positivas
En la parte final de su intervención, el coronel De los Santos puso sobre la mesa una serie de actitudes que, en su opinión, deben desarrollar durante su estancia en la Academia de Artillería. De este modo, pidió a los alumnos que tengan «iniciativa, espíritu crítico, análisis y preocupación por sus subordinados» como elementos comunes; actitudes a las que hay que sumar otras como la «capacidad de adaptación como evolución ante lo previsible». El coronel insistió en la necesidad de mantener un «espíritu crítico» hacia los procedimientos, sistemas y normas, y reclamó a los alumnos que «no admitan el «aquí se ha hecho siempre así», aunque precisó que debe ser entendido como una vía «para la constante mejora y progreso en su labor individual».
La lección inaugural dio paso al tradicional homenaje a los soldados de todos los tiempos, en la que el general Sanz y Calabria y el alcalde Pedro Arahuetes depositaron una corona en la lápida conmemorativa, para terminar con el desfile de las unidades ante las autoridades civiles y militares.
