La viuda de Pedro Alfonso Casado, quien fue jefe de la Unidad Especial de Intervención (UEI) de la Guardia Civil, ha espetado este martes al acusado de matar al agente de un tiro que no necesita que le pida perdón a ella, ya que a quien debería pedírselo está muerto.
“No necesito que usted me pida perdón”, a quien podría pedírselo “está muerto” y “no disparó a la Guardia Civil para asustarla” -como sostuvo el acusado en la vista oral-, ha manifestado al procesado la viuda del teniente coronel, Sagrario A.V., en su declaración como testigo en la Audiencia Provincial de Valladolid.
La testigo ha hecho estas manifestaciones durante el juicio que se sigue contra Pablo Antonio S.H., apodado El Chiqui, para el que la Fiscalía reclama penas que suman 58 años de prisión por asesinar con un fusil a un vecino de 45 años y a Pedro Alfonso Casado, de 50.
Los hechos ocurrieron la madrugada del 1 de julio de 2022 en Santovenia de Pisuerga (Valladolid), hasta donde tuvo que desplazarse desde Madrid la UEI porque el procesado mantuvo como rehén en una vivienda al novio de su hijastra durante horas tras matar a su vecino.
La viuda del teniente coronel ha expuesto que aquella madrugada su esposo, que llevaba 25 años en la Guardia Civil, recibió una llamada de trabajo sobre las 4.30 horas y dijo que se tenía que ir porque había una persona atrincherada que había matado a un vecino y tenía un rehén.
Tras recordar que a su marido le faltaba un año para ascender a coronel y dejar la Unidad, ha descrito al teniente coronel como un apasionado de su trabajo. Trabajaba veinticuatro horas al día e incluso dejaba las vacaciones para ir con sus hombres, expresó Sagrario A. V..
“Nuestra vida ha sido un calvario desde entonces”, “mi marido era el alma de mi casa”, ha remarcado la testigo, quien ha respondido a la fiscal sobre cómo ha afectado la situación a sus hijas. La mayor va al psicólogo, no duerme por las noches y con 20 años va a su cama a dormir con ella, mientras la hija menor no muestra ningún sentimiento.
Acerca de la donación de los órganos de su esposo, Sagrario A.V. ha manifestado que él era donante de sangre, “muy generoso” y, aunque no dejó nada por escrito, tomaron la decisión de donar porque su vida entera había sido de servicio y a él le hubiera gustado.
La hija mayor de la víctima mortal también ha comparecido en el juicio, en este caso por videoconferencia, y ha contado que está con ayuda psicológica, apenas concilia el sueño y tiene ataques de ansiedad casi todos los días. “Me han quitado a la persona más importante para mí en mi vida”.
Un hermano de Pedro Alfonso, también guardia civil, ha dicho que el día del suceso le llamaron mientras estaba trabajando y le dijeron que le habían pegado un tiro en la cabeza. Sobre cómo le ha afectado la muerte de su hermano, ha explicado que, por cuestiones psicológicas, le han retirado la licencia de armas, tiene prohibido el trato con ciudadanos y no puede patrullar.
