La veraniega tarde del jueves vivió una tradicional Subida de la Virgen de la Fuencisla a la Catedral que tuvo bastante de novedoso, tras modificarse por primera vez en décadas su recorrido, con la singular estampa de la imagen ascendiendo por la Cuesta de los Hoyos en lugar del habitual Paseo de Santo Domingo de Guzmán, cerrado al paso por las obras de remodelación. El nuevo itinerario, que obligó a reorganizar la logística de la procesión, dejó instantáneas inéditas como la de la talla con la proa del Alcázar de Segovia al fondo, una perspectiva más próxima y espectacular.

El traslado estuvo marcado por las altas temperaturas, rozando los 30 grados a las seis de la tarde, amén de por una nube que fue descargando por donde pasaba poniendo un punto de incertidumbre sobre si la Subida podría culminarse. Tanto fue así que a la altura de la plaza de Medina del Campo, junto a la estatua de Juan Bravo, se tomó la decisión de cubrir a la Virgen con un plástico para proteger la talla de una lluvia que a ratos caía, y a ratos no, que también obligó a acelerar el paso para evitar complicaciones, y que obligó a aplazar los actos previstos en la plaza Mayor, que se llevaron a cabo tras una rápida entrada y posterior salida de la Catedral a la espera de que la nube se marchara.
Además, la Subida tuvo la singularidad de que la Virgen salió sin su corona, decisión adoptada con el fin de proteger tanto la propia imagen como la ornamentación de la pieza en un recorrido nuevo, exigente por todo el adoquinado de la Cuesta de los Hoyos, y no exento de riesgos para los costaleros.
Un momento en San Clemente
La jornada arrancó a las 17:00 horas con la solemne Eucaristía de despedida en el Santuario de la Fuencisla. El templo se abarrotó de devotos que acudieron a despedir a la Virgen antes de emprender su camino hacia la Catedral.

Al término de la misa comenzó la procesión de traslado. La Virgen salió a la explanada del santuario arropada por la multitud. Desde allí inició un recorrido cargado de simbolismo y novedad: la Cuesta de los Hoyos, estrecha y empinada, que este año se convirtió en escenario central. Muchos fieles destacaron lo inédito de la estampa.

Fue también la primera subida en la que participó el nuevo obispo de Segovia, monseñor Jesús Vidal, que tomó posesión de la diócesis en diciembre de 2024 tras la marcha de César Franco. Su presencia, en una de las citas más multitudinarias y emotivas del calendario religioso y cultural de Segovia, añadió un elemento de renovación al sentimiento de continuidad que caracteriza estas celebraciones.

En su marcha hacia el corazón de la ciudad, la comitiva realizó una parada significativa ante la iglesia de San Clemente, donde se aprovechó para rendir homenaje al templo que este año ha acogido la tradicional fiesta de la Catorcena, además de permitir un merecido descanso a quienes portaban el paso. Pero no fue solo una pausa logística, ya que el gesto fue también un homenaje al templo que este año ha acogido la fiesta de la Catorcena, recuperando así una tradición que recuerda las catorce procesiones de acción de gracias celebradas en 1599 cuando Segovia se libró de la peste.
La catedral como refugio
Tras unos minutos de descanso y oración, la procesión continuó su marcha a más que buen paso por la avenida del Acueducto y la calle Real, con una parada técnica para colocar los plásticos en la plaza de Juan Bravo.

Pero la lluvia se empeñó en deslucir la llegada de la procesión a la plaza Mayor, obligando a aplazar todos los actos que estaban previstos y trasladar toda la comitiva hasta la Catedral, donde esperaba el obispo de Segovia, acompañado por el Cabildo Catedralicio y los representantes de las instituciones civiles y militares. Era el primer encuentro de monseñor Jesús Vidal con la patrona en este marco solemne, con la Virgen ya descubierta de plásticos en cuanto cruzó la puerta de san Frutos.
Miles de segovianos acompañaron la subida de la virgen y ocuparon de manera prácticamente total la plaza Mayor para presenciar su entrada en la Catedral
Poco después, la nube que se empeñó en ser la protagonista había dejado paso al sol del atardecer. Tanto que con la ausencia de la lluvia se decidió retomar los actos en la plaza Mayor, saliendo de nuevo la Virgen hacia la zona donde estaba previsto que se hubieran realizado una hora antes.
En la puerta del Ayuntamiento esperaban los representantes de las instituciones, la reina y las damas de las Ferias y Fiestas, los miembros del cuerpo de Bomberos, los cadetes de la Academia de Artillería saludando a la Virgen, la banda de música de la ciudad interpretando el himno a Segovia y el de La Fuencisla, el grupo de danzas de La Esteva bailando, y miles de fieles a los que la lluvia no impidió que saliesen a acompañar a la Patrona. Que cuatro gotas (o cinco) jamás impidieron a Segovia gritar su “¡Viva la Virgen de la Fuencisla!”, ni entonar el Himno a Nuestra Señora.
Fuera, y dentro
Finalizados los actos y ya dentro de la Catedral, un grupo de jóvenes fue el encargado de trasladar la imagen desde la sacristía hasta el Altar Mayor. La coronación con la puesta de la corona de su canonización, tuvo tantos problemas ‘técnicos’ que se optó por entronizar a la Virgen para después coronarla. Así, cuatro jóvenes que fueron al Jubileo en Roma portaran a la Virgen en andas para que posteriormente pudiera ser colocada en su trono.
Acto seguido, monseñor Vidal dirigió unas palabras de acogida en las que subrayó la importancia de la Virgen como nexo de unión de toda la diócesis, en un discurso que tuvo su continuidad con la entonación del Himno a Nuestra Señora de la Fuencisla, coreado por miles de gargantas que llenaban el interior del templo, con otras tantas fuera de él.
