Allá desde tiempos inmemoriales, surge una pequeña aldeita junto al río Eresma, como entonces aparecían, buscando algún fértil valle donde cultivar, junto a las cristalinas aguas del río.
Esta aldea se denominó Constanzanilla, no muy distante de Constanzana, también en el margen de dicho río, aguas arriba.
Un pequeño núcleo de casas donde destacaba su pequeña iglesia componían la zona poblada.
Pasaron años, decenios, algún siglo quizás, y, al despoblarse, las humildes casas se hundieron y casi no dejaron vestigio de su ubicación, únicamente la iglesia seguía en pie, con ciertas muestras de deterioro , que al no existir ya población , quedó convertida en ermita.
Otro pueblo, más distante, Coca, dentro del mar castellano de pinares deseaba tener potestad sobre dicha ermita. Al respecto hubo un pleito entre Coca y Migueláñez; a finales del siglo XV, fueron los Reyes Católicos quienes fallaron sentencia, exactamente el 19 de noviembre de 1489, en Valladolid a favor de Migueláñez.
Hay constancia, al quedar bajo la jurisdicción de Migueláñez de los gastos de mantenimiento que corrían a cargo del pueblo, siendo en 1698 cuando se realizó, al parecer, la última reforma con un coste de 2.298 maravedíes.
Pasaron tiempos y nuestra ermita fue cayendo un poco en el olvido de generaciones posteriores. Quizás la aparición de la imagen de la Soterraña en Santa María la Real de Nieva, hizo que la devoción a esta imagen fuera arraigando en toda la comarca, propiciada por la reina Catalina de Lancáster, dejando en el olvido a la pequeña Virgen de Constanzanilla.
Como consecuencia de ello, la ermita, poco a poco fue derrumbándose. Es increíble que, con el paso del tiempo, ahí no quedara más que un pequeño abultamiento, cubierto de vegetación, al que los habitantes de Migueláñez denominaban “la Torre”.
Fue en el año 1920, cuando Isidoro Monjas Gozalo (conocido como Isidorín ) encontró entre las ruinas de la citada ermita la talla de una Virgen, que sorprendentemente no tenía grandes destrozos; tomó la imagen con mucho cuidado y se la entregó al cura de Migueláñez, quien la colocó en el hueco de un altar. Ahí estuvo durante décadas, hasta que otro cura, D. Antonio Villegas, observando el valor artístico de la talla (excelente románico) optó, por seguridad, porllevarla al Obispado de Segovia en el año 1960.
Pasaron los años y la gente se preguntaba qué habría sido de la Virgen de Constanzanilla; muchos pensaron que habría sido vendida, como tanto patrimonio desaparecido.
Revisando algunos documentos, apareció en la sacristía un certificado de entrega en depósito de la imagen en el Obispado de Segovia. Desde entonces fue aumentando el interés por la recuperación de la Virgen. Se buscó en Segovia por el Museo del Obispado, depósitos y…nada. No figuraba en ningún registro, pero en el pueblo teníamos el certificado de la entrega firmado y sellado.
El aAlcalde Eugenio Payá (q.e.p.d.) y algún miembro de la Cofradía de Corpus y Vera Cruz expusieron al anterior Obispo, D. César Franco, la situación, comprometiéndose a devolver, si aparecía la Virgen de Constanzanila, a la parroquia de Migueláñez.
Hacia el año 2018, una señora, nacida en Migueláñez, Patro Herranz, que asistía diariamente a misa en el convento de las Reparadoras de Segovia, observó, ella por su edad la conocía, que ahí, junto al altar mayor de dicho convento, se hallaba expuesta nuestra buscada imagen.
No se veía fácil la recuperación, pues siempre se pensó que las monjas no la devolverían. Pues bien, al cabo de un par de años comunicó Patrimonio del Obispado que el convento había cerrado sus puertas y las pocas monjas se habían trasladado a otra localidad. Fue entonces cuando, ante la autenticidad de los documentos, a primeros de diciembre de 2020, el alcalde Frutos González llevó a la iglesia como regalo y anticipo de aquellas tristes navidades de pandemia la siempre deseada Virgen de Constanzanilla.
Anualmente se celebra su fiesta el fin de semana más próximo al 12 de octubre, y en reciente resolución municipal , se ha nombrado a la Virgen de Constanzanilla patrona de la Comunidad de Pinares, integrada por Migueláñez, Domingo García y Ortigosa de Pestaño.
Justamente estos días se ha concluido un bello altar, muy acorde con el valor artístico de la talla, en la parroquia, donde se puede contemplar y rezar a la Virgen, que tras tantos avatares ha vuelto a su pueblo.
