Por si algunos ya no lo recuerdan, Nicolás Redondo Terreros fue expulsado del PSOE el pasado septiembre por sus reiteradas declaraciones críticas en medios de comunicación contra su partido. Muchos interpretaron aquel movimiento como la confirmación de que la deriva del PSOE, con las políticas erráticas de Pedro Sánchez, era incuestionable.
Redondo, que llegó a ser secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) entre 1997 y 2002, no se tomó la noticia con agrado, como era de esperar. Nadie de su partido se lo comunicó de forma directa, sino que se enteró por terceras personas mientras comía con unos amigos. Desde entonces, Redondo se ha erigido como una de las voces más representativas de los socialistas contrarios a la gestión del actual líder del PSOE.
Quiso la casualidad que la presentación nacional de su libro ‘No me resigno. Populismo, nacionalismo y los retos del socialismo moderno’ coincidiera con la tramitación en el Congreso de los Diputados de la controvertida Ley de Amnistía, el pasado 12 de diciembre, una norma que Redondo siempre censuró y a la que se opone rotundamente. “Hoy es un día triste”, fue lo primero que dijo durante su intervención en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. “No es una ley de amnistía, sino una ley de impunidad”, advierte. Su ratificación implica debilitar el sistema judicial, romper el equilibrio de poderes y mermar la capacidad coercitiva legítima del Estado, asegura Redondo. Se trata, básicamente, de una norma que menoscaba el Estado de derecho. Cree que tampoco servirá para imponer concordia en Cataluña, tal y como defiende el Ejecutivo de Sánchez, ya que el grado de crispación y sectarismo al que se ha precipitado la política española es prácticamente irreparable.
En la presentación del libro en Madrid estuvo acompañado por un socialista legendario, Alfonso Guerra, y por el filósofo y periodista Álvaro Delgado-Gal, representantes ambos de esa corriente crítica actual que asegura que la política española está bajando poco a poco a los infiernos. A ellos hace tiempo que se unieron todo un abanico de socialistas ilustres, desde el mismísimo expresidente del Gobierno, Felipe González, el exvicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, el expresidente de Aragón, Javier Lambán, hasta los exministros Ramón Jáuregui y Jordi Sevilla, por poner sólo unos ejemplos.
Guerra se mostró tajante en Madrid: “La Historia será muy dura con quienes han propiciado este desbarajuste democrático (…). La sociedad se ha dividido en dos bloques interesados en forzar las leyes para acorralar al enemigo, que ya no es el adversario. Cada elección es una guerra. El centro-derecha y el centro-izquierda son incapaces de pactar para frenar el delirio”.
Por todos estos motivos, el libro que acaba de publicar Nicolás Redondo es, de alguna manera, un llamamiento a la cordura, un elogio de la España constitucional y una advertencia sobre la falta de sentido de Estado de la clase política actual, según sus promotores. Es esencialmente una crónica de lo que está sucediendo en España en los últimos años y analiza algunos de los tropiezos que ha dado el PSOE desde la llegada de Pedro Sánchez a la secretaría general. Es, como bien resume en una nota la editorial Esfera de los Libros, un libro de memorias, un ensayo y un manifiesto, todo a la vez.
Alfonso Guerra hace un análisis algo más preciso sobre el libro. Para él, se trata de un ensayo de teoría política. Es también una historia resumida de los 145 años de vida del PSOE: menciona de un modo u otro todos los acontecimientos importantes que dieron forma a un “gran partido reformador” que alcanzó su clímax durante los años de Felipe González (1982-1996). Y es, lógicamente, una autobiografía, ya que narra con todo detalle los pasos que ha dado Nicolás Redondo Terreros por el partido, hasta su retirada, expulsado, del mismo. Pero que nadie se llame a engaño. Redondo es y será socialista toda su vida, pues lo lleva en las venas, advierte Guerra. Simplemente se fue alejando con el paso del tiempo de un partido que ya no reconocía como suyo.
Igual de importante es el homenaje que hace a sus progenitores, Nicolás y Natividad, a los que dedica el libro. Ellos representan a toda esa gente que luchó en España por la libertad y sufrió en el proceso, pero que nunca pasó factura posteriormente por esa cruzada que duró tantos años, cuenta el propio Redondo. Es un homenaje a todos aquellos miembros del PSOE y del PCE que defendieron la libertad y la democracia hasta sus últimas consecuencias, pero que después fueron capaces de reconciliarse con sus adversarios para mirar con ilusión y esperanza al futuro por vez primera en nuestra historia reciente. “Este es uno de los elementos más característicos de aquella época”, explica el autor. Hoy, esa concordia está rota, se lamenta.
“Me comprometí a escribir este libro antes de que muriera mi padre el pasado enero”, admite. Pretendía ser en principio una concisa reflexión sobre la crisis actual de la democracia representativa. Sin embargo, la entrega del manuscrito se empezó a alargar en el tiempo. Aquello le sirvió para ir añadiendo capítulos, hasta llegar al momento mismo de su expulsión del PSOE, que describe pormenorizadamente.
Alegato final
El final es un alegato por recuperar la tradición política e ideológica de su partido como único medio para acometer los grandes pactos que requiere España. Y concluye con una pregunta: “¿Es posible recuperar aquel PSOE?”. Para responder lanza una advertencia, pues considera imprescindible recuperar la esencia del centro izquierda con sus políticas reformistas y moderadas que atraen a la mayoría. “Si no fuera posible hacerlo dentro del PSOE actual, que lo hagan otros”, zanja.
El lanzamiento del libro ha servido a la Fundación para la Libertad, que preside el propio Nicolás Redondo, para organizar un debate a tres bandas en La Granja, que alcanzó el lleno absoluto con más de 400 asistentes.
La Farm Studio, el nuevo centro cultural promovido por la familia Aguinaga y que abrió sus puertas el pasado mayo, sirvió ayer, 16 de diciembre, de escenario para un encuentro en el que Redondo estuvo acompañado esta vez por José María Múgica, hijo del dirigente socialista Fernando Múgica, asesinado por ETA en 1996, y el expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina (quien también sería expulsado del PSOE a finales de 2022 por su acercamiento ideológico a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso). El debate, que tomó prestado el título del libro de Redondo ‘No me resigno’, estuvo moderado por Javier Santacruz, secretario general de la Fundación para la Libertad.
Creada en 2002 en el País Vasco con el fin de contribuir a la defensa de la España democrática bajo el régimen constitucional de 1978, la Fundación para la Libertad inicia así su resurgimiento, una nueva etapa en la que buscará fomentar la participación de los ciudadanos en la vida democrática. La previsión es redoblar en los próximos meses su actividad pública mediante la organización de diferentes actos en todo el territorio nacional, apoyados siempre por referentes locales.
