Lo que ha ocurrido en la Vuelta Ciclista a España nos ha dejado a todos un sabor amargo. La Vuelta a España debería haber sido unos días de celebración y de alegría para este Gobierno y para España, pero no ha sido así. Se suspende en la capital de España dando al mundo una imagen de un desorden e improvisación. La Vuelta ha terminado en ridículo, pero lo que está en juego es mucho más grande y es el futuro de nuestra Nación, nuestra dignidad y nuestra autoridad en el mundo.
La Vuelta a España, no es solo deporte, es un gran escaparate internacional, una tradición y prestigio. Y ver cómo la última etapa se neutraliza no deja solo a los ciclistas y aficionados frustrados sino también la imagen de nuestro país que queda por los suelos.
Al Gobierno le ha faltado previsión y de firmeza para garantizar la seguridad en un evento de máxima visibilidad. En definitiva, caos en lugar de celebración.
¡La imagen que hemos dado ha sido nefasta! La fiesta del deporte se transformó en bochorno internacional porque quienes deberían haber garantizado el orden prefirieron mirar hacia otro lado.
Y por supuesto que la causa palestina merece respeto, pero ese respeto no puede confundirse con dar espacio a la violencia ni con proyectar ambigüedades políticas que fuera de nuestro país se interpretan como complicidad con organizaciones que practican el terror.
Hoy no debemos señalar con ira, sino hay que exigir responsabilidad. El Gobierno debe reconocer que falló (aunque eso no lo hará nunca), tiene que aprender de lo ocurrido y garantizar que esto no vuelva a ocurrir. España debe mostrar al mundo lo mejor de sí misma.
Lo que ha ocurrido con la Vuelta que sea una llamada de atención. El deporte, la convivencia y la imagen de nuestro país no pueden estar en riesgo por cálculos políticos o por indiferencia en las decisiones. España merece respeto, y ese respeto empieza por un Gobierno capaz de proteger lo que somos y lo que representamos, un Gobierno firme, capaz de proteger a su gente, de defender su prestigio y de separar la legítima causa palestina del apoyo a los verdugos de Hamás.
En definitiva hemos visto que la propaganda del terror se impuso sobre el deporte, sobre el esfuerzo y sobre el nombre de España.
