Será difícil que olvidemos las imágenes de las torrenciales lluvias caídas en el levante español, con el sufrimiento de miles de personas, más de doscientos fallecidos y daños materiales incalculables. Tampoco la extraordinaria respuesta del pueblo español, con los servidores en el Ejército, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, Bomberos y Protección Civil, junto con miles de voluntarios de toda España, demostrando su patriotismo y humanidad en ayuda de los damnificados y auxiliando a las poblaciones afectadas.
Para atender a este tipo de catástrofes, no cabe duda que el Ejército es la institución más capacitada para ello. Tiene unidades especializadas, como son los pontoneros, zapadores, unidades de transmisiones, sanidad, maquinaria, vehículos todo terreno ruedas y cadenas, mano de obra en cantidad, intendencia con cocinas, víveres, etc. Además, tienen jerarquía para el mando y control, pudiendo absorber el voluntariado para asignarlo a sus unidades y acudir a las zonas afectadas con misiones concretas de forma ordenada y coordinada.
Como todos sabemos, la unidad militar de primera intervención de las Fuerzas Armadas en estas situaciones es la Unidad de Emergencia (UME), creada el 7 de octubre 2005 con la finalidad de intervenir de forma rápida en cualquier lugar del territorio nacional, junto con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas. Está compuesta por efectivos del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire y del Espacio.
Los militares que la forman disponen de una preparación específica para la actuación frente a incendios forestales, inundaciones, grandes nevadas, derrumbes, riesgos tecnológicos, etc. Cuentan, también, con una importante formación sanitaria de emergencia.
Esta misión de nuestro Ejército no es novedosa. Siempre cuando las circunstancias lo han exigido, ha intervenido sin dilación en apoyo de la población civil. Pero especialmente no es novedosa para los artilleros. El reglamento de organización de la Brigada de Artillería Volante, firmado por Godoy en 1797, ya contemplaba en uno de sus artículos su intervención en auxilio de la población civil. Su autor fue el ilustre artillero, cargado de méritos militares y facultativos, Vicente Maturana Altemir (1754-1809), alumno del Real Colegio de Artillería de Segovia.
Maturana con el empleo de teniente, en1776, forma parte de la expedición al Río de la Plata. Para defender este amplio territorio, especialmente sus fronteras, amenazadas por los indios pampas, así como para contrarrestar su gran movilidad y rapidez de desplazamientos, propuso crear una artillería transportada mediante el tiro de caballos, denominada “Artillería Volante”. Este sistema permitía transportar a la artillería con una rapidez pareja a la infantería y, especialmente, a la de la caballería, para que tuvieran el necesario apoyo artillero. La Artillería Volante fue una de las primeras artillerías a caballo de Europa.
El Arcediano titular de la Santa Iglesia de Segovia, Don Clemente Peñalosa y Zúñiga, en su “Memoria sobre la Artillería Volante ó de a caballo”, que dirigía al Príncipe de la Paz en el año 1796, expresaba claramente lo que la nueva artillería aportaba de avance técnico, superándose con ella no pocas dificultades de los ejércitos en sus intentos de acompasar los movimientos de hombres a pie y a caballo con sus necesarios apoyos.
Maturana con el empleo de teniente coronel es nombrado el 1 de marzo de 1797 Comandante de la Brigada de Artillería Volante de los Reales Guardias de Corps, encargándose de su organización e instrucción. Para ello, redacta el “Reglamento para la formación, servicio y permanente conservación de la Brigada de Artillería Volante del Real Cuerpo de Guardias de Corps”.
En su artículo XVI dice lo siguiente: “será uno de los objetivos principales de la Brigada emplearse en socorro de la Humanidad en qualesquiera aflición pública y, especialmente, en apagar incendios, ocupándose de los trabajos de más riesgo y confianza, para lo que acudirán vestidos a propósito, y armados de todos los útiles y herramientas de gastadores a la primera señal de fuego que ocurra en la población donde se halle y dirigirán el manejo y servicios de las bombas ydráulicas quando se pongan a su cuidado…”
Ciertamente, los militares siempre han intervenido en beneficio de la sociedad en situaciones de catástrofes y calamidades. Sin embargo, es en este artículo XVI donde podemos encontrar los precedentes claros de una concepción explícita del Ejército como servicio público, como es el caso de la Unidad Militar de Emergencias (UME), unidad especializada de primera intervención con medios propios de las Fuerzas Armadas.
Desde su creación, podemos afirmar que su labor ha sido excelente, dando respuesta a emergencias de una forma centralizada, robusta, fortalecida, dotada de medios y capaz de saltar sobre arbitrarias divisiones autonómicas que lamentablemente se han producido en algunas ocasiones, apoyándolas cuando se vieron superadas por la magnitud de la emergencia, haciendo frente a emergencias de interés nacional y también fuera de nuestras fronteras. Su efectividad hace que muchos países hayan mostrado interés por importar el modelo de la UME; unidad militar que se considera orgullosa heredera de aquel espíritu que reflejara el artillero Maturana en su Reglamento de la Brigada de Artillería Volante del Real Cuerpo de Guardias de Corps, como recurso fiable del Estado en caso de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otra necesidad pública.
